Disparo de salida

El comienzo de los ensayos no puede retrasarse mucho mas allá de septiembre

Por fin nuestro país parece que vuelve a la normalidad. Cada día que pasa los números de la pandemia remiten un poco más. La luz por fin aparece al final del túnel. Los comercios, empresas del ocio y la cultura abren sus puertas poco a ... poco a un público ansioso de entretenimiento y sociabilidad. El relajamiento y la alegría en todos los demás ámbitos de nuestras vidas se va notando en todos. Las vacunas hacen su efecto y parece que ya lo malo pasó, es hora de mirar al futuro y tomar una decisión al respecto.

Con este planteamiento nos levantamos cada mañana los que de alguna manera hacemos posible las agrupaciones de carnaval. Me refiero por supuesto a los autores, diseñadores, músicos, artesanos, sastres, costureras y todos aquellos que intervienen de alguna manera en el proceso de creación de una agrupación, tanto para el concurso oficial como para la calle. No podemos esperar mucho más para tomar esa decisión transcendental. El comienzo de los ensayos no puede retrasarse mucho mas allá de septiembre, es decir que para esas fechas las pertinentes autoridades tendrán que garantizar de alguna manera u otra la celebración o no del concurso oficial así como el carnaval en la calle. No tengo ni idea de cómo ni quien podrá hacerse cargo de dicho disparo de salida.

Recuerdo que el verano pasado estuvimos encantados porque todo volvía a la normalidad y llegó el invierno, los contagios, y los casos de Covid emergieron sin parar de forma espectacular. Sabemos que no estamos en la misma contingencia de entonces, pues la vacunación va a muy buen ritmo y esa es la mejor forma de recuperar nuestras vidas anteriores.

La decisión no puede retrasarse mucho más pero según mi opinión habrá que tener preparado un plan B. Hay que tener otro camino apto por si las moscas, es decir, por si tal vez ocurriese que en medio de nuestros ensayos los casos empezaran de nuevo a ascender y se tuvieran que suspender ambas celebraciones o alguna de las dos.

¿Qué pasaría si en una agrupación se diera algún positivo en el mismo mes de diciembre? ¿Qué ocurriría si en enero los casos se disparasen de nuevo en España? ¿Qué habría que hacer si en medio del concurso se suspende éste por un nuevo brote? Estos son algunos de los riesgos, entre tantos que pudieran ocurrir, a los que nos enfrentamos los que tenemos que decidir el cómo y el cuándo empezar a funcionar para crear nuestros nuevos proyectos. Necesitamos un plan B, algún tipo de seguro o garantía alternativa. ¿Quién va a planificar todo el protocolo por si esto ocurriese? ¿Se ha pensado en cómo solucionar cada estado posible, o se va a dar luz verde sin un respaldo consistorial?

Aquellos que tenemos que determinar si empezar o no a engendrar esos hijos carnavalescos tenemos un enfrentamiento mental martilleándonos con fuerza cada día que se acercan las fechas topes del inicio. Los autores somos en el 95% de las ocasiones, amateurs del artisteo, no profesionales. No vivimos de esto, cada uno nos dedicamos a otra profesión en nuestras vidas; empleados públicos, electricistas, comerciantes, taxistas…

Embarcarme en algo que supone invertir mucho dinero e involucrar a tanta gente que sí vive de esto como los artesanos y demás sin darle garantías para terminar su trabajo o que puedan cobrarlo, me pone los vellos de punta como trabajador de a pie que soy.

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