Fernando Sicre - OPINIÓN

Nacional sindicalismo

El apoyo de UGT y CC OO a los golpistas catalanes enfurece a sus afiliados en toda España.

Nacional socialismo y nacional sindicalismo pueden que sean las dos caras de una misma moneda. Desde los años treinta hasta hoy hay un largo periodo de tiempo, pero parece que los humanos volvemos a tropezar de nuevo. Del totalitarismo alemán al catalán . Ese es el tránsito que prueba la repetición de los hechos históricos que deberíamos olvidar. Un breve análisis del llamado ‘proceso’, la situación de hecho, las leyes dictadas en apoyo del mismo y el boceto de constitución presentada, corroboran la creación de ese estado de cosas próximas a las sociedades totalitarias.

El secretario general de CC OO en Cataluña, Javier Pacheco, aseguró que los integrantes de su sindicato llevan «40 años siendo sediciosos» porque, según él, los sindicatos hacen lo mismo que han hecho Sánchez y Cuixart: «defender los derechos». El secretario general de la UGT de Cataluña, Camil Ros, ha recordado que actualmente hay «más de 300 personas encausadas en todo el Estado por haber participado en las huelgas generales». He de suponer que este último se refiere entre otros casos al sindicalista, edil de Jaén en Común y ex candidato de Podemos al Congreso Andrés Bódalo , que lleva tiempo en la cárcel por ser una de las dos personas que «golpeó con los puños» a un concejal socialista de Jódar durante una protesta. No sólo por esto. Este vándalo, matón y mafioso, fue el que intimidó y golpeó a los dueños de un pequeño negocio de venta de helados en Úbeda cuando irrumpió salvajemente un piquete violento liderado por el ‘angelito’ Bódalo, amenazando y golpeando a su propietaria. Ésta se encontraba embarazada y lo advirtió. Pero, ni por eso. Pues bien, este sujeto es uno de los que se encuentran en la cárcel, que es donde debe estar por mucho que le pese al secretario de la UGT catalana.

El apoyo de UGT y CC OO a los golpistas catalanes enfurece a sus afiliados en toda España. Han hecho caso omiso a las más de 3.000 empresas que se han marchado de Cataluña y los miles de desempleados credos por el ‘proceso’ y se han sumado a una gran manifestación para la liberación de los presos golpistas. Han optado por dar cobertura al golpe y la rebelión de los independentistas contra España y la legalidad vigente, provocando la inestabilidad política y la división social. El día 15 de abril los sindicatos UGT y CC OO recorrerán las calles de Barcelona junto a las dos entidades independentistas señaladas por el Tribunal Supremo como «la infantería de la rebelión contra la Constitución»: ANC y Omnium de los dos ‘Jordis’ encarcelados. Si a ello añadimos quiénes son y qué han hecho los dos secretarios generales en el Estado, entenderemos la situación. José María Álvarez, secretario general UGT, mantiene el derecho a decidir, que es el eufemismo utilizado en lugar de la independencia y la autodeterminación . A pesar de que él lo adorna con una posición de «demanda de diálogo y acuerdo y de preservar derechos universales comunes para todos los trabajadores». El de CC OO ya coqueteó en el pasado, no sé si lo sigue haciendo en el presente, con Bildu. Lo que viene a corroborar que las dos centrales sindicales mayoritarias españolas se han convertido por derecho propio, inalienable e intransferible en los tontos útiles del independentismo, provocando una oleada de indignación entre los afiliados en buena parte del territorio español.

Desde la época de la Transición , la bajada en la afiliación en estos dos sindicatos ha sido un hecho indubitado. Hoy la Agencia Tributaria nos dice que los que abonan las cuotas de afiliación representan el 10,3% de los trabajadores. El 80% de ese 10,3 % representan afiliados de UGT, CC OO, USO y CSIF. Según una encuesta del CIS, los sindicatos son una de las dos organizaciones peor valoradas por la población española, consiguiendo 2,61 puntos sobre diez, solo sobrepasados por abajo por los partidos políticos, que obtienen un 2,23.

El nacional sindicalismo es la peor noticia que hoy podemos hacer pública. Su falta de legitimidad se la han ganado a pulso. Por eso menos de un trabajador de cada diez están afiliados.

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