Felicidad Rodríguez

Música

Platón, en un fragmento de su República, decía algo así ...

FELICIDAD RODRÍGUEZ

Platón, en un fragmento de su República, decía algo así como “¿No debiéramos buscar artistas hábiles, capaces de seguir las huellas de lo gracioso y de lo bello, a fin de que nuestros jóvenes, educados en medio de obras bellas, en un ambiente puro y sano, impelido por las brisas de una comarca feliz, reciban impresiones saludables por la vista y el oído que desde la infancia les inclinen a imitar y a amar lo que es razonable y bello y a establecer entre esto y ellos mismos un perfecto acuerdo?”. Nuestro filósofo se refería, como es obvio, a la educación y, más concretamente, a la musical que, con su poder para elevar al alma hacia un nivel superior de perfección, debería ser la base de toda la formación ciudadana. El universo, se decía, estaba gobernado por proporciones numéricas armoniosas, la armonía de las esferas en la que la música y las matemáticas se entrelazaban íntimamente. Así que si Platón levantara la cabeza, y viera nuestros resultados matemáticos en PISA, se llevaría un buen susto. El hombre se preguntaría, sin duda, como abordamos hoy esa aspiración de alcanzar un perfecto acuerdo entre nosotros y lo razonable. En fin, quizás la respuesta esté en el deseo expresado por Gustavo Dudamel antes de regalarnos los oídos con el magnífico Concierto de Año Nuevo desde la Sala Dorada del Musikverein de Viena: “Vivimos en un tiempo de caos pero, como filosóficamente hablando, cada caos tiene un orden, la música puede ser una posibilidad de recibir esperanza y belleza para así comenzar un año nuevo”. Admirable deseo para un concierto, el de la Filarmónica de Viena, que este año, por cierto, ha tenido un cierto toque hispano, tanto por la alegría y brío que marcó el joven director como por las castañuelas que acompañaron a una de las polkas. Pero, volviendo para nuestra tierra, también es de agradecer que Cádiz haya estrenado con música, con excelente música, el recién llegado enero. Si la música es el corazón de la vida y sin ella no hay bien posible, como dijo Franz Liszt, Cádiz necesita buenas y numerosas raciones de ella. Y en esto hemos comenzado con muy buen pié. Al que ya puede considerarse como una cita tradicional anual en la Casa de Iberoamérica, el de la Camerata de Plectro a Tempo dirigida por Eduardo Bablé, que este año nos ha marcado a ritmo de tango, se ha unido el Concierto de la Camerata vocal e instrumental del Gran Teatro Falla con el concierto extraordinario de música barroca en el patio de la Diputación. Un concierto que, tratándose del primer acto conmemorativo del aniversario de la Casa de la Contratación, no podía tener mejor escenario posible, esa vieja Aduana donde se ejercía el control de las mercancías que entraban y salían del puerto y con un programa musical que nos trasladaba a ese siglo XVIII en el que Cádiz era la capital del comercio americano, el centro neurálgico del país y el centro de la Ilustración. Un concierto sobresaliente y excepcionalmente dirigido por José Luis López Aranda, una de las personas que más ha hecho por la música en nuestra ciudad, desde la creación de la Coral Universitaria de la UCA hasta la de esta Camerata de Cádiz. Esperemos que no sea el único concierto que nos regale este año. Porque Cádiz necesita mucha y buena música.

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