Ignacio Moreno Bustamante

El mundo no está loco

Todos esos ‘hashtags’ y sentencias ‘profundas’ que estamos leyendo estos días en las redes sociales son comprensibles

Ignacio M. Bustamante

Por complicado que resulte, ahora más que nunca debemos tener claro que el mundo no está loco. Todos esos ‘hashtags’ y sentencias ‘profundas’ que estamos leyendo estos días en las redes sociales son comprensibles. Probablemente necesarias para entre todos mantener los pies en el suelo. Ya saben, frases del tipo «Que paren el mundo que me bajo», «El mundo está loco», «¿Qué nos está pasando?». Pero no, el mundo no está loco, aunque sí es cierto que hay muchos locos sueltos por el mundo. No más que antes, simplemente sus locuras tienen más eco. Y sobre todo nos llegan ‘on line’, lo que multiplica por mil la sensación de caos, de estupor, de incredulidad. De dolor. Si un loco decide convertirse en el diablo sobre ruedas y embestir a miles de personas es literalmente imposible evitarlo. Ahí no hacen falta pisos francos, ni células yihadistas ni leches en vinagre. Basta con el carné de conducir para poder alquilar un camión. Si otro grupo de militares locos se organizan para tratar de imponer su voluntad por la fuerza, sólo es necesario tener un poco de perspectiva histórica para caer en la cuenta de que nada nuevo hay bajo el sol. En Turquía pasa con cierta asiduidad. Y sobre todo debe prevalecer la realidad de que tanto un caso como otro nos han servido para comprobar, una vez más, que la inmensa mayoría de la gente está cuerda. Muy cuerda. Y es noble. En Francia, frente al loco al volante, miles de personas abrieron sus puertas a desconocidos para darles refugio. En Turquía, ante unos tres mil golpistas, millones de ciudadanos se tiraron al suelo delante de los tanques. Literal y metafóricamente.

No estamos locos, no. Quizá tontos. En España, por ejemplo. Aquí sabemos un rato de luchar contra el terrorismo. Y algo aprendimos también sobre golpes de Estado. Y en lugar de apreciar lo que aún tenemos, lo que hemos disfrutado, y tratar de mejorarlo, nos dedicamos a ponerlo en cuestión. Unos por acción y otros por omisión. Aquí tenemos un sistema judicial que funciona, pese a quien pese. Lentamente sí, pero van pasando por el banquillo todos los que han querido dar golpes al Estado robando de la caja común. Desde infantas y duques a tesoreros, alcaldes o sindicalistas venidos a más.

España tiene unas Fuerzas Armadas ejemplares, dignas de reconocimiento en todo el mundo. Por mucho que cuatro tontos traten de convencernos de lo contrario. Tenemos además una buena sanidad, un sistema educativo más que decente. Todo con sus virtudes y defectos. Con sus aspectos a mejorar. Pero mucho mejores de lo que proclaman quienes pretenden convencernos de que todo es un desastre para erigirse ellos en salvadores de la patria. Lo único que están consiguiendo es dividirnos en dos. De nuevo. Con el peligro que conlleva, porque esa división nunca ha sido germen de nada bueno. Locos seremos, y muy tontos, si lo seguimos permitiendo.

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