OPINIÓN
Moncloa War Bot
La gente se soporta cada vez menos la una a la otra y por eso ahora lidian con robots
La gente se soporta cada vez menos la una a la otra y por eso ahora lidian con robots. Algunas máquinas tienen mucha guasa. Unos hackers franceses han descubierto que el Monsieur Cuisine que te venden en el súper y te programa el cassoulet trae ... un micrófono por el que pueden escucharte las conversaciones o incluso robarte la receta del gazpacho de tu madre. A mí igual me escuchan cuando oigo el ‘Viva el vino’ del Más de Uno de los viernes en Onda Cero y cada semana termino gritando: “¿Lo habéis escuchado? ¡Raúl del Pozo es el puto amo!”.
En Chiclana alguien advirtió en una pintada de que “si te ‘sumban’ los oídos, es que te escucha la NASA con un láser”, pero a la gente no le importa, porque en Twitter andan locos con las guerra de bots, unos duelos aleatorios que predicen lo que pasaría en un futuro que no va a suceder. Hablamos de un escenario parecido a lo del plan 2030, o cuando Teresa Ribera dijo que en 2040 se terminará con el diesel. En 2040 estaremos muchos criando malvas, así que todo lo que no sea la semana que viene entra en el horizonte del ‘ya veremos’. Decía que hay gente que programa duelos entre elementos distintos. Por ejemplo, entre provincias, y unas van terminando con otras. En la Guerra Civil War Bot ganó La Rioja. La War Bot de españoles famosos tiene mucho predicamento, también: vamos por 2040 y Felipe VI acaba de matar a Rosalía y a Bad Gyal. Ya solo quedan el Rey y Andy&LUcas.
A este asunto del ala izquierda de esta España que nos ocupa desde hace noventa días y quinientas noches convendremos en llamarle la Moncloa War Bot: “25 de julio, ocho y media de la mañana. Carmen Calvo ha empujado a Echenique por las escaleras de Palacio. Afortunadamente son solo cinco”.
Lo de la cooperación funciona como un gigantesco juego de la silla de la culpa en la que cuando pare la música del tratrá del espíritu de la izquierda y el bien supremo de los pueblos, alguien se comerá el marrón de no haber llegado a un acuerdo. No sé aún quién va a ser, porque la culpa cambia de mano como una granada sin anilla. Primero, parecía claro que Iglesias tenía que tragar. Después, consiguió que Pablo I de la Navata quedara como un soberbio ante España, y si hay algo que no soporta España es la soberbia. En este país, se puede robar y lo seguirán queriendo a uno, pero no se puede ser orgulloso. Después, Iglesias se revolvió y en el debate de investidura arrancó la piel de Sánchez a tiras y se comió su hígado con un delicioso vino de Chianti. Al cierre de esta columna estamos en que la cúpula podenca pide mucho. El mayor fracaso de Pedro Sánchez sería que lo hicieran presidente, pero dicen los analistas que las posturas son aún reconciliables. También en teoría un balazo puede atravesar un queso gruyere sin tocarlo si uno mueve el queso de la manera y a la velocidad oportunas, pero es difícil. Lo malo para Sánchez va a ser explicar el asuntillo de la rotura con el Galapagarato a los votantes de izquierda sin poner a Iceta a bailar.