El Apunte - EDITORIAL
La mitad de la juventud, condenada
A pesar de la evidente recuperación económica, el paro entre los menores de 30 años aún supera el 50% en la provincia

Resulta de una obviedad molesta recordar que el desempleo es el mayor problema estructural de la economía española. Especialmente de la andaluza y la gaditana. Hace años que los porcentajes superan cualquier lógica y paciencia. De hecho, es mayor que en multitud de países donde el resto de indicadores de progreso y calidad de vida es infinitamente peor. El paro es el mayor frente al resurgimiento de la economía por más que haya tenido alivio, una evolución positiva, en los últimos meses. En Andalucía, y más concretamente en Cádiz, esta inexplicable norma social española llega a límites casi insostenibles. Con ser general la preocupación, hay algo peor. Se trata de la desesperanza. Que durante años y años, lustros, décadas, la tasa de paro de los menores de 30 años supere el 50% es desolador. Las opciones de encontrar su primer trabajo se esfuman.
Es cierto que durante los peores años de la crisis, entre 2008 y 2012, la tasa de paro entre los que no han iniciado la tercera década de su vida llegó a superar el 60% pero que ahora, en 2016, en una innegable recuperación, aún sea del 51 resulta dramático y confirma un fracaso colectivo, como sociedad, de todas las instituciones, de los partidos y asociaciones.
Para combatir este drama laboral la Junta de Andalucía y las administraciones estatales presentan un plan tras otro. Algunos son educativos, otros de incentivos a la contratación o de prácticas en empresas. Ninguno de ellos ha dado los frutos esperados a la vista de los números. Todo ha sido para nada. O para casi nada. Como cualquier otra iniciativa relacionada con la formación en Andalucía, fueran o no legales, han sido un desperdicio de millones de dinero público que no termina de servir para convencer al empresario ni a nadie.
Como suele decir el presidente de la patronal, Javier Sánchez Rojas, la mejor medida para crear empleo es crear empresas. Esa es la carencia de nuestro tejido empresarial, la falta de empresas nuevas que cuenten con las nuevas manos de las nuevas generaciones, condenadas antes de tiempo.