Mister Scrooge y El Grinch

Todos los carnavaleros nerviosos con las carnes abiertas mientras sienten a su alrededor un ambiente de campanitas y luces que le descuadra sus planes más próximos

Nandi Migueles

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Llegando al mes de diciembre todos aquellos que intervenimos de cierta manera en la preparación del próximo Carnaval empezamos a notar cómo se nos ocasiona un cortocircuito mental e inexplicable para el resto de los paisanos de nuestra tierra. Queremos disfrutar como cualquiera de las ... fiestas navideñas. Salir de compras con la familia, ir a visitar los belenes o tomarnos unos aperitivos con los amigos, pero esto se convierte en una misión complicada la mayoría de las veces. En estas fechas mientras que en nuestras cabezas algunos portan un gorro de papa Noel y cientos paquetes con regalos nuestras mentes se ocupan de recordarnos que el día de la actuación de tu agrupación en el Concurso está a la vuelta de la esquina y que aún te quedan muchas cosas pendientes. Que si el final del popurrí, que si el estribillo, que unas letras del cuplé, que si la coreografía… A las costureras se les ve corriendo con caras compungidas de un lado a otro de su tienda intentando sacar tiempo de donde no lo hay, a la vez que están pensando en el menú de Navidad y que tienen que comprar marisco y las botellas de cava. Los artesanos ya están en esa época en la cual ni siquiera te cogen el teléfono, ya no atienden a nadie ni a razones porque les coge el toro de tal manera que incluso tienen que mandar a otros a comprar los reyes a los niños.

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