Miguel Ángel Sastre
Vacaciones proletarias
Cuando Karl Marx ideó el "Manifiesto del Partido Comunista" nunca pensó que el enemigo que combatía, la libertad de mercado, iba a ser la que, indirectamente, generase más derechos y felicidad a los trabajadores
Agosto, el mes por excelencia en el que, excepto en el sector turístico y en el de la hostelería, todos suelen hacer un alto en el camino, va llegando a su fin un año más.
Con los chiringuitos de playa aún hasta la bandera, muchos ... van teniendo que regresar a sus casas tras unos días de descanso lejos de lo cotidiano. La semana anterior decíamos que, frente a otros años en los que el españolito medio apostaba por salir al extranjero en sus vacaciones - cuanto más lejos mejor - éste la gran mayoría había decidido quedarse en el país del sol, el flamenco, los toros, la tortilla de patata o la paella y los “Real Madrid – Barcelona”.
No importa el rincón de nuestro país: casi todas las partes de España han recibido turistas. Algunos asiduos, otros nuevos. En definitiva, visitantes que han llenado zonas y han reactivado la economía local.
El perfil de éstos, como en veranos anteriores, variado. Desde ricachones que fardan en veleros y clubes sociales, hasta quienes deciden alojarse en un modesto camping para pasar sus vacaciones en la playa comiendo bocadillos y fiambreras con filetes empanados. Formas diferentes de vivirlo, pero vacaciones, al fin y al cabo.
Lo interesante de este hecho es la costumbre, desarrollada en los últimos 50 años y casi universal, que se ha creado en torno al "veraneo". Obviamente, hay quienes, desagraciadamente, están en situación de desempleo o aun teniendo un trabajo, no puedan permitírselo. Sin embargo, una amplia mayoría de trabajadores de nuestro país han disfrutado de unos días lejos de la rutina, al igual que lo han hecho sus jefes y sus superiores en los negocios, empresas u organismos donde trabajan.
Un derecho adquirido, efectivamente, por la legislación vigente, pero que se hace efectivo y cobra sentido al poder tener una oferta atractiva que haga que las vacaciones sean un tiempo de descanso, pero también de diversión, gastronomía y de conocer otras zonas.
Cuando Karl Marx ideó - algunos dicen que no lo escribió - el "Manifiesto del Partido Comunista" nunca pensó que el enemigo que combatía, la libertad de mercado, iba a ser la que, indirectamente, generase más derechos y felicidad a los trabajadores.
Al plasmar sus ideas en "El Capital" no se dio cuenta que era la posibilidad de que cada uno disponga de los medios de producción como buenamente quiera - como muchos autónomos y pequeños empresarios hacen - lo que permite que la sociedad avance y que las vacaciones, como hoy las entendemos, existan. Porque son grandes empresas, en manos privadas y a las que los herederos actuales del marxismo detestan, las que, entre otras cosas, subcontratan o suministran a otras más pequeñas, permitiendo que los precios de los productos vacacionales sean asequibles para el ciudadano.
No hay duda de que el liberalismo económico no es perfecto. Que tiene aspectos que en su funcionamiento dejan necesidades esenciales sin cubrir. Sin embargo, como ocurre con la democracia, en relación con otros sistemas políticos, posiblemente sea lo más perfecto, dentro de lo imperfecto.
Por eso, frente a los que pretenden implantar en nuestro país un sistema económico "pseudomarxista", hay que seguir defendiendo, sin miedo y sin complejos, la libertad de mercado. Asumiendo, por supuesto, sus puntos flacos y buscando su mejora, pero, sabiendo que no hay un sistema mejor para que en la sociedad todos podamos ser quienes queremos ser, garantizar oportunidades y prosperar.
Si alguna vez dudamos de su eficacia, pensemos en lo bien que lo hemos pasado estas vacaciones y comparémonos con los días de descanso de nuestros hermanos venezolanos, cubanos o con quienes viven en Corea del Norte. Seguramente, nunca lo pasen tan bien como nosotros, mientras que a su alrededor habrá gente, con los ojos vendados, gritando "abajo el capital" y "arriba el proletariado".