Miguel Ángel Sastre
A la tercera va la vencida
Si el próximo año tampoco existe culto en la calle, los cofrades estaríamos siendo arrinconados y perjudicados injustamente
El saber popular se adelanta al futuro. Cuando no ha acabado aun esta atípica Semana Santa sin procesiones pero con calles rebosantes de gente, hay quien ya vaticina que el próximo año seguiremos igual.
En principio, con este lento e ineficaz ritmo de ... vacunación es lógico que el año que viene continúen las restricciones. Un hecho que choca con el nivel de afluencia de comercios y establecimientos estos días y con la gran cantidad de planes de riesgo que muchos de nuestros amigos y conocidos organizan.
Por eso, si el próximo año tampoco existe culto en la calle, los cofrades estaríamos siendo arrinconados y perjudicados injustamente.
Si eso ocurre, algunos tendrán responsabilidad directa. En primer lugar, el Gobierno central por su ineficacia en el reparto y obtención de vacunas. En segundo término, cierto sector del clero que considera a los cofrades cristianos de segunda categoría, prefieriendo que su actividad se limite a cultos internos puntuales, y que están aprovechándose de esta situación para cumplir sus deseos. Sector que, además, pone trabas a posibles alternativas. En tercer lugar, las administraciones públicas que dificultan, por intereses políticos, que las hermandades vuelvan a tomar las calles. Por último y no menos importante, todos aquellos cofrades que, impasibles, no denuncian las incoherencias que se están viviendo esta semana.
Que las hermandades den, de nuevo, testimonio fuera de sus iglesias y que lo hagan respetando las medidas que eviten repuntes en los contagios es un reto complicado. Nadie lo duda. Sin embargo, la humanidad se ha enfrentado a retos muchísimo mayores y los ha superado con éxito. Solo hace falta empeño, imaginación y aplicar cosas que ya funcionan. Sin ir más lejos, el aforamiento de espacios públicos ya se usaba, especialmente, en Sevilla, para garantizar la seguridad ciudadana en grandes aglomeraciones. Huelva, con su Vía Crucis reciente, ha marcado un camino para todos.
Como ocurre con otras fiestas como el Carnaval, las procesiones son un estímulo excelente para la economía de nuestra zona. Para los comercios en general y para ciertos sectores específicos en particular. También son esenciales en su labor de ayuda social.
Sin embargo, las hermandades y cofradías no nacieron para ser simplemente organizaciones sin ánimo de lucro. Son un testimonio vivo del pasado en nuestro tiempo, de la esencia de lo permanente, de lo que no pasa de moda. Pero su característica más valiosa es que dan respuesta a esa dimensión necesaria, pero olvidada en nuestra sociedad, que tiene el ser humano desde sus orígenes como elemento de la Creación: la dimensión espiritual. En tiempos de tensión, de soledad y de estrés emocional, la salud mental se ve, en ocasiones, en peligro. Muchas personas encuentran una medicina en la fe y otras tantas lo hacen a través de nuestras hermandades y cofradías. Las lágrimas que he visto estos días en los actos internos de muchas hermandades, no eran las de un año sin salir por la lluvia. Llevaban en cada una de ellas meses de encierro, de no ver a nuestros seres queridos, de miedo al contagio o de la pérdida de un empleo. Llevaban la impotencia de un año más sin poder llevar a la práctica esa forma tan bonita de ser católicos que tenemos en Andalucía.
Por eso, en esta situación es curioso que siga habiendo puristas que no quieren sentarse a pensar y luchar por recuperar un derecho que nos pertenece. Puristas felices con este querer y no poder que estamos viviendo, con la vida funcionando al noventa por ciento, y los cofrades encerrados en las Iglesias - donde hay más posibilidades de contagio que en el exterior - haciendo actos placebo.
Solo nos queda rezar y esperar que a la tercera vaya la vencida. Ojalá los cofrades volvamos pronto a tener como único y mayor enemigo a la lluvia, y también seamos capaces de vencerlo.
Ver comentarios