Miguel Ángel Sastre
Suma cero
Al igual que Cádiz tiene una fórmula asentada y casi infalible desde el punto de vista arquitectónico, a nivel político quienes gobiernan la ciudad, desde hace un lustro, parecen no encontrarla
El mundo de la construcción basa su razón de ser, normalmente, en una agrupación ordenada de elementos. Un forjado es, entre otras cosas, la suma de vigas, viguetas y bovedillas que se disponen cumpliendo un criterio que permita desempeñar una función determinada. Un edificio, desde ... un punto de vista práctico, es una conjunción ordenada y coherente de elementos portantes verticales y horizontales que dan la posibilidad a los humanos de habitar y realizar tareas en él.
De la misma manera que eso ocurre, de manera genérica, un barrio es un conjunto de edificios a los que se suman los espacios libres. Un distrito, por tanto, es una suma de barrios, y una ciudad es una suma de distritos que componen, sobre el plano, una aglomeración urbana que suele crecer en forma de «mancha de aceite».
Sin embargo, hay excepciones porque, aunque la mayoría de las ciudades crezcan de manera anárquica y desordenada, en función de las necesidades de cada momento, unas pocas, entre las que se encuentra Cádiz, permanecen desde hace unos años, prácticamente, intactas en su morfología. Eso, sin duda, es gracias al hecho de estar completamente rodeada por agua del mar. Y es que, quitando algún desarrollo puntual, alguna promoción concreta o alguna obra de infraestructura que quedará para la posteridad, Cádiz sigue conservando su perfil de ciudad; - lo que algunos llamarían «skyline», prácticamente idéntico desde hace medio siglo.
Con dos zonas muy diferenciadas - el centro o 'Casco Antiguo' y la zona nueva - Cádiz sigue siendo ese galeón que navega impasible sin importar que los años pasen.
Mientras que la zona nueva se construyó con hormigón y ladrillo como materiales estrella, quien pasea por el centro de la ciudad denota que es la piedra ostionera la protagonista de esas calles que dan todas al mar.
Quien pasea por las calles de nuestra ciudad ve que, a la piedra, como material tectónico, la complementa el elemento más antiguo y valioso que existe desde que la arquitectura nació: la luz. Y es que Cádiz, como dijo Manuel Machado, es «salada claridad». Es la luz que se multiplica al rebotar en el mar que la rodea, la que da en los balcones y se refleja en las macetas de colores que cuelgan de ellos. Es una puesta de sol que tiñe la ciudad y en la que sus torres actúan como contraste o un mediodía cuyos rayos de sol resaltan el blanco de una fachada.
Cádiz, y concretamente, su parte más antigua, lleva siglos componiéndose de la misma forma. Incluso, las nuevas construcciones, algunas de ellas no exentas de polémica, respetan ese binomio de elogio de la luz y de la piedra ostionera como hoja de ruta a seguir que tiene una torre mirador como destino final.
Y es que, hay fórmulas que funcionan. En química, en la arquitectura, en la economía y en la política. Sin embargo, al igual que Cádiz tiene una fórmula asentada y casi infalible desde el punto de vista arquitectónico, a nivel político, quienes gobiernan la ciudad, desde hace un lustro, parecen no encontrarla. Porque la suma de cambiar nombres de calles y retirar placas de gaditanos ilustres no aporta nada a la ciudad. No soluciona los problemas de suciedad y deterioro urbano. Porque la estrategia de seguir haciendo los plenos telemáticos, añadida a dejar que los equipamientos de la ciudad se mueran de pena, suele no mejora la ciudad, sino que la degrada cada vez más.
Construir suele ser un ejercicio que requiere de esfuerzo, planificación y de estrategias claras. Incluso para destruir, también, hace falta un plan más o menos elaborado que permita desmontar lo ya existente. Sin embargo, nuestro problema actual no es que la ciudad se esté destruyendo sino, simplemente, que quienes deberían de ser los «arquitectos» de la misma han decidido detener esta obra llamada Cádiz. Porque hace mucho tiempo que apostaron por la comodidad. Por una fórmula que resulta en un ejercicio de suma cero que está haciendo que nuestra ciudad por cada día que pasa pierda una oportunidad más.
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