Rebeldes
Ser rebelde, actualmente, es poner un poco de cordura, en el centro de una sociedad que parece haber abandonado la razón
Podríamos pensar, según lo aceptado socialmente, que ser rebelde es sinónimo de ser de izquierdas. Ese marco mental, construido con mucho tesón, no hay duda de que ha ido prosperando en los últimos años de manera muy exitosa.
Si, además, lo aplicamos a la juventud ... muchos hemos oído en más de una ocasión que quien a los 20 no es de izquierdas no tiene corazón y que quien lo sigue siendo a los 50, no tiene cabeza. Es curioso que, incluso muchas personas que no defienden postulados políticos cercanos a la izquierda han comprado ese discurso, repitiendo dicha idea como un mantra.
Sin embargo, la sociedad en la que vivimos, mayoritariamente cómoda con los ideales socialdemócratas, ha hecho que ser de izquierdas no sea necesariamente sinónimo de ser rebelde, sobre todo entre los jóvenes.
Si partimos de la base de que lo cómodo siempre ha sido seguir a la mayoría e ir a favor de la corriente, podríamos pensar que en esta sociedad «ser de izquierdas» puede ser lo confortable, lo que no da problemas y lo políticamente correcto. La izquierda populista, llenando nuestro día a día de propaganda que lleva situaciones cotidianas al extremo arrinconando a quien no comparte sus postulados en su totalidad, ha reforzado este hecho.
Tanto es así que, figuras políticas de ámbito nacional - referentes entre la juventud - afirman, sin lugar a dudas, que la nueva forma de llevar la contraria al sistema, el nuevo síntoma de rebeldía política joven, es ser de derechas.
Pero… ¿qué es ser rebelde? ¿Es rebelde el que intenta aferrarse a un escaño tras ser condenado por agredir a un policía? ¿Es rebelde quien se emociona viendo a un agente siendo pateado? O… ¿es más rebelde, hoy en día, quien da la razón a las fuerzas del orden?
¿Quién es el rebelde? ¿Quien halaga una ayuda a electoralista para comprar videojuegos o quien prefiere que ese dinero se invierta en ayudar a los empresarios para contratar a personas jóvenes y que puedan desarrollar su proyecto de vida? ¿Es más rebelde «okupar» una vivienda o intentar, implicándose en política, que las administraciones públicas estudien fórmulas para hacer accesible el pago de la entrada de una vivienda?
Hay quien aún piense que ser rebelde es aplaudir a terroristas de ETA que salen de la cárcel por matar en nombre de la hipotética independencia de un pueblo. Habrá quien siga creyendo que llevar un lazo amarillo y hacer la vida imposible de todos aquellos que no piensan como tú sea sinónimo de rebeldía. Que seguir comprando todas las consignas ideológicas que ciertos sectores políticos nos venden para dividir a la sociedad y hacerla más débil significa ser rebelde.
Pero sin embargo eso, aunque les pese a algunos, no es ser rebelde. Ser rebelde, actualmente, es poner un poco de cordura, en el centro de una sociedad que parece haber abandonado la razón.
Esa es la rebeldía verdadera. La que no se conforma con lo que hay y no da nada por sentado, pero lo hace pensando críticamente, no de forma borrega. No consiste en derechas o izquierdas. Simplemente consiste, a veces, en tener un sentido común.
Esa es la rebeldía que yo quiero para los que somos jóvenes. La que gasta su energía en apretar los dientes para mejorar cada día y no en reventar cajeros y patear cabezas de policías.
Ver comentarios