Miguel Ángel Sastre
Querido Cádiz
Así que Cádiz, sé valiente: contágiate de esa ola de ilusión que está impregnando a tus vecinos y cógela con fuerza
Nuestro querido Cádiz, el que nos vio nacer y crecer. La ciudad más antigua del Occidente conocido, ese rinconcito al sur que flota sobre el océano y que, aun teniéndolo todo parece, a veces, no tener nada. Alguien te llamó «maldita maravilla» y son muchos ... los que te han cantado y dedicado piropos. Son muchos los que siguen haciéndolo.
Podría dirigirme en esta columna a otras ciudades vecinas que te acompañan ostentando el título de capital de provincia andaluza, podría hablar de otros municipios de la tierra a la que das el apellido. Sin embargo, directamente hablaré de ti y te hablaré a ti.
Todos, incluso los que lo niegan, sabemos que no pasas por tu mejor momento. Los que no llegamos a las tres decenas al soplar las velas nunca te habíamos visto con tanta resignación, nunca habíamos visto que asumieses, sin luchar, que es imposible levantar el vuelo. Los que van peinando canas, dicen que hacía muchos años que la ciudad no tenía un pulso tan bajo.
Quienes van abriendo los ojos en los últimos meses, después de no haber querido mirar, van descubriendo un Cádiz descuidado, sin proyecto y sin ambición. Un Cádiz sin rumbo. Duele decirlo, pero así es.
Es cierto que ahora viene el espejismo del verano que te hará despertar momentáneamente y es cierto también que, una ciudad que vive fundamentalmente del turismo, los meses de pandemia la han destrozado. Sin embargo, esto va más allá y lleva siendo un problema estructural especialmente desde hace casi una década.
Desde que el cambio de gobierno se dio en esta ciudad, vamos cuesta abajo y sin frenos. Todo nuestro entorno nos adelanta y nosotros parecemos habernos cansado de pedalear. Es muy significativo que paisanos nuestros estén encontrando trabajo en municipios como Córdoba o Málaga y no lo hagan aquí en Cádiz. Ya ni hablar de Sevilla, que siempre ha sido la capital.
Puede que esto sea cuestión de quien gobierna en cada ciudad, o puede que simplemente sea que el cambio de mentalidad que ha llegado a otras partes de Andalucía, aquí lo estamos bloqueando. Y no tenemos excusa: quienes procedemos directamente de los fenicios, pueblo emprendedor, rico y comerciante somos nosotros principalmente, por encima de otras ciudades.
Porque ya sabemos que, por extensión, no puedes crecer mucho más de lo que ahora mismo ocupas pero, partiendo de esa lógica, tiene aún menos sentido que tantos espacios de la ciudad estén ahora mismo degradados y sin futuro: el borde de la Caleta, la Pérgola de Santa Bárbara, la Punta de San Felipe, entre otros muchos. Ni que decir tiene, todo lo que llevamos esperando la integración Puerto-Ciudad. Menos mal que ahora, alguien que te conoce bien, que te intentó llevar a lo más alto, está tratando de reactivar tu Puerto para que, al menos, esa parte de ti no muera.
Por eso Cádiz, salada claridad, ciudad en la que todas tus calles dan al mar, te pido que despiertes. La tierra que te cobija, Andalucía, parecía dormida, pero ha salido del letargo. Parecía que su color político estaba eternamente condenado a ser el mismo, pero no. La maldición se rompió, la mentalidad ha cambiado, y el domingo toda esta revolución tranquila se asentará. Lo mejor está por llegar.
Así que Cádiz, sé valiente: contágiate de esa ola de ilusión que está impregnando a tus vecinos y cógela con fuerza. Para que el próximo año, por mayo, inunde a la ciudad. Para que dentro de cuatro años tu historia se parezca a la de Andalucía: de ser vagón de cola a convertirse en la locomotora que tira del resto.
Has demostrado a lo largo de la historia de lo que eres capaz. Vuelve a ser lo que fuiste y comienza a volar.
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