Miguel Ángel Sastre
La piedra angular
Para nuestros dirigentes nacionales - convertidos en una caricatura de Frank Underwood en la serie "House of Cards" - nunca es suficiente cuando se trata de confrontar con la región de la capital de España.
![Miguel Ángel Sastre: La piedra angular](https://s1.abcstatics.com/media/opinion/2020/09/01/v/kichi-cadiz-kd0G--1248x698@abc.jpg)
A nadie se le escapa que la Comunidad de Madrid, sabiendo que sería, de nuevo, la diana de todos los ataques, tendría que haberse adelantado y aplicar, antes de esta "segunda ola" un plan inexpugnable . Algo que, además de mejorar el funcionamiento de los ... servicios, habría supuesto un ataque directo a los cimientos de la estrategia "monclovita".
Es cierto que para nuestros dirigentes nacionales - convertidos en una caricatura de Frank Underwood en la serie "House of Cards" - nunca es suficiente cuando se trata de confrontar con la región de la capital de España. Es cierto que, a pesar de lo acordado en el "Pacto de las Banderas", por orden del omnipotente Iván Redondo, el ministro Illa - rompiendo su aparente perfil moderado – dio una rueda de prensa deshaciendo los criterios acordados. Pero igualmente cierto es que, cuanto menor sea el margen de error, más fácil será desmontar las falacias lanzadas por Moncloa y sus tentáculos político - mediáticos.
Si algo se ha repetido en este tiempo han sido los ataques contra la Comunidad de Madrid y contra su presidenta . Algunos llegando a ámbitos íntimos del terreno personal y familiar. Una estrategia ruin de desgaste psicológico pocas veces vista y que pocos habrían soportado.
Sin embargo, a pesar de que Madrid resista, quienes la asedian no cejan en su empeño. Nada importa que las medidas autonómicas reporten caídas de hasta un 25% en los contagios. No importa que exista un "Plan de elongación" de UCIs, pactado con el Ministerio, que permite a Madrid duplicar el número de camas disponibles pasando de 1000 a casi 1900 y haciendo que el porcentaje ocupado caiga a la mitad. No importa que ese dato sea crucial para entender por qué se habla de agravio comparativo. No importa que Navarra superara a Madrid este fin de semana en casos por 100.000 habitantes. No importa que las restricciones emitidas por el Consejo Interterritorial de Salud hayan sido aprobadas sin el consenso que exige la ley 16/2003. No importa que la orden ministerial se redacte de forma acelerada y la firme la Secretaría de Estado y no el Ministro competente. No importa que desde semanas se instara a la Abogacía del Estado a emitir un informe que dotara de argumentos jurídicos al Gobierno para "intervenir" Madrid sin saber cómo evolucionarían los datos. No importa nada de eso porque la culpa siempre la tendrá el gobierno autonómico y, especialmente, su presidenta: Isabel Díaz Ayuso. Pase lo que pase continuarán hasta que la Comunidad de Madrid caiga o por rendición, o a través de una moción de censura que aproveche deseos de traición y egos personales con olor a naranja con aspecto mohoso.
El viernes, el Dr. Juan González Armengol, presidente de la Sociedad Española de Medicina de Urgencias y Emergencias (SEMES), en claro tono de enfado, afirmaba que los datos que arroja Madrid no justifican la actuación del Gobierno . Hacía, además, un alegato en el que apuntaba que si castigamos, sin motivo, la economía y en especial, la del motor que mueve España, a la larga, también veríamos consecuencias sanitarias. Un día antes el Dr. César Carballo, calificaba de "canallada" lo que se estaba haciendo, por parte del Gobierno central, con Madrid.
Cuando los propios médicos – personas independientes - son los que denuncian criterios discrecionales, pocas dudas quedan sobre quién está obrando con mala fe en esta situación. En condiciones normales, y como dicen las Escrituras, Madrid sería "la piedra que desecharon los arquitectos de nuestro Estado" - socialistas y comunistas - y con el tiempo se convertiría en la “piedra angular” de la reconstrucción económica. Sin embargo, si también destruyeran esa piedra, mucho me temo que, de nuestro país, solo quedarán los escombros.