Personas

A veces se nos olvida que detrás de la imagen pública de un político hay una persona

Tras casi dos años y medio escribiendo en este medio, esta columna es de las más difíciles. Aunque he intentado en este tiempo que mis escritos fuesen lo más objetivos posible, a nadie se le escapa mi vinculación con el Partido Popular y que ... pertenezco a la dirección nacional de su organización juvenil . Cuando ves que la familia a la que perteneces se desangra es complicado que las palabras fluyan.

La política es, salvando las distancias, como el sacerdocio: te llama. En teoría, para buscar un mundo mejor. A mí me llamó pronto. Quienes me conocen saben que mi amor por Cádiz y mi admiración por quien gobernaba la ciudad en mi infancia hicieron que me atrajese la política municipal. Por eso, y por personas que me rodeaban y que conocía, decidí afiliarme .

Como vocación que es intenté siempre tener un pie fuera y otro dentro. Me formé como arquitecto, mientras que organizaba eventos de debate o investigación científica con diferentes entidades. Descubrí que la radio y el mundo de la comunicación me apasionan también. Empecé a hacer, en periódicos de la ciudad, lo que más me gusta: escribir. Siempre como independiente, no como voz del partido.

Con todo eso, hace año y medio, por una serie de personas encabezadas por Bea Fanjul, me embarqué en un proyecto ilusionante cuyo propósito era adaptar Nuevas Generaciones del PP al tiempo que estábamos viviendo . El objetivo es ahora el mismo que el del primer día: que no sea únicamente una organización política, sino una ‘escuela de la vida’ que forme personas que puedan, por mérito, conocimiento y capacidad, aportar a la sociedad en cualquier ámbito.

Debido a esa labor conoces y –de manera inevitable– entablas relación con muchas de las personas que estos días ocupan portadas y titulares. Te duelen muchas de las cosas que lees estos días sobre ellas. No es mi intención en estas líneas contar mi vida, sino explicar la importancia que tienen las personas en política y en la vida en general.

A veces se nos olvida que detrás de la imagen pública de un político hay una persona . Con lo bueno y lo malo que pueda tener. Sin pruebas y, únicamente con suposiciones, algunas informaciones traspasan la barrera de la decencia, haciendo un daño irreparable. Creando imágenes y personajes que no son ciertos. No solo a nivel nacional, ocurre también a nivel local.

Efectivamente, cobrar de lo público hace que tu conducta deba ser ejemplar y exista poco margen de error. Es cierto que los problemas que surgen en política por asuntos personales deberían arreglarse con celeridad por decencia. Pero no es menos cierto que todos los fuegos que empiezan como una lumbre controlada aumentan con gasolina en forma de noticias falsas y ataques personales. Por eso hay que medir las chispas que se provocan .

En estos enfrentamientos nadie suele tener la razón plena, aunque todos piensen que la tienen. Todo se acaba tensando porque la prensa, las redes y el barullo que se genera se retroalimentan con el morbo que producen las medias verdades . No sabemos cómo acabará todo esto, pero lo que está claro es que si queremos personas con valores, formadas e independientes en política, que después puedan volver a la vida privada tras servir a la sociedad en sus cargos, deberíamos empezar a evitar el escarnio público sin pruebas, así como el periodismo de novela o los ataques indiscriminados en redes sociales.

Porque no solo estamos reventando con eso partidos políticos . Estamos reventando proyectos que pueden cambiar el rumbo de un país que se hunde a nivel institucional y a nivel económico. Y, por encima de todo, estamos reventando la vida de personas, convirtiéndolos en sacos de boxeo de la opinión pública y de las frustraciones que muchos guardan en su interior. La dignidad humana está por encima de todo. Eso, a veces, en política, lo estamos olvidando.

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