Perdidos

Todo lo supuestamente “progresista” se encuentra, especialmente en nuestro país, perdido en un “parque jurásico” de palabras rimbombantes y gestos que no aportan nada

En este eterno día de la marmota electoral que vivimos, se acercan, otras elecciones. El 19 de junio, los andaluces votaremos y lo haremos decidiendo, básicamente, entre dos grandes posibilidades: refrendar al gobierno autonómico actual o, por el contrario, volver a apostar por la fórmula ... que gobernó Andalucía durante casi 40 años.

A priori, podría parecer una disyuntiva política clásica, elegir entre derecha e izquierda. Pero no. En absoluto es así. Porque esos dos bloques hace tiempo que comenzaron a disiparse y a convertirse en vasos comunicantes.

Ocurrió en Castila y León; en Madrid principalmente y en menor medida en 2018 en Andalucía. Porque, el ciudadano ha comenzado a votar menos por su teórica ideología de clase - aquella que según donde naces y tu poder adquisitivo hace que, teóricamente, un partido determinado o un espectro te represente – y más a quienes resuelven mejor los problemas que tiene, o quien promete que se los solucionará, aunque la fórmula no esté muy clara.

Por tanto, el eje izquierda y derecha, como muchos dicen, cada vez funciona menos como un eje lineal. Se ha convertido en algo mucho más complejo. La sociedad se divide ahora entre quienes quieren avanzar y que resuelvan sus problemas de manera efectiva o, directamente, no quieren que les creen otros nuevos; frente a los que se quedan enquistados en debates absurdos, que dividen y que impiden resolver el día a día para poder mirar hacia delante y continuar mejorando. No es exactamente el «Arriba y Abajo» que decía Reagan, pero sin duda, se le parece.

Porque efectivamente quien «alivia» fiscalmente a los ciudadanos y hacer que el dinero vuelva a su bolsillo, los entiende mucho mejor que quien le rasca hasta el último céntimo a un autónomo. No hay duda, de que está mucho más pegado a la sociedad el que apuesta por tarifas económicas y competitivas para el transporte público que quien te obliga a no usar el automóvil, no te da alternativas y, encima, aunque sea aparentemente poco dinero, te sube el precio del autobús. Porque es mucho más “humano”, quien apoya a la industria agroalimentaria y a los ganaderos, que quien critica el consumo de carne y acaba comiendo jamón en la Feria de Sevilla, como si saliese directamente de las encinas.

Y es cierto que el centro derecha tradicional, también debería reflexionar sobre cuáles son las banderas que ha perdido y las batallas que no ha dado: de ahí el problema europeo del populismo. Sin embargo, en España, el rumbo y horizonte es mucho más claro. Un horizonte que se marca gestionando cada día.

Por eso, todo lo supuestamente “progresista” se encuentra, especialmente en nuestro país, perdido en un “parque jurásico” de palabras rimbombantes y gestos que no aportan nada. De los gestos no se come y no proporcionan futuro. Eso se nota, cada vez más, en las calles, creándose una ola de cambio que poco a poco va llega a todos los puntos de España, inundando algunos nuevos y consolidando otros que ya estaban.

Porque con lo complejo que es nuestro mundo, solo faltaba que la política lo haga más difícil. Algunos siguen sin darse cuenta de que están aquí para resolver problemas y no para aumentarlos. Que sigan así, de «perdidos» porque, tarde o temprano, aunque el proceso sea lento, muchos, incluso algunos de los que creían suyos, con su voto, se lo acabarán explicando.

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