En el norte, los del norte
En el País Vasco, es donde está la verdadera alma del constitucionalismo político español
Aunque parezca paradójico y Cádiz esté a más de 1000 km del País Vasco, entre estas dos tierras existe un gran vínculo. Con climas antagónicos y habitantes de costumbres opuestas, más allá de lo relacionado con la palabra “Euskadiz”, pese a que muchos no lo ... sepan, siempre ha habido una conexión especial entre vascos y gaditanos.
Porque cientos de marinos y comerciantes de esta zona llegaron a Cádiz hace cuatro siglos, fundando algunos, la cofradía de Humildad y Paciencia, hoy hermanada con la de Begoña en Bilbao. Fruto de esta llegada, más de una calle de nuestra ciudad lleva el nombre de alguno de los más ilustres.
Cádiz y el País Vasco también unen sus lazos, por desgracia, por los años del “plomo”. Nuestra provincia sirvió de asilo para quienes tenían que huir del norte al sur con el objetivo de salvar sus vidas.
Pasada esa etapa negra de la historia reciente de España que, algunos, quieren hacernos olvidar, el vínculo entre ambas tierras ahora es mucho más alegre. Porque para un gaditano, el País Vasco recuerda al humor de la chirigota de los “Patxi”, de Bocu y Rodicio, que nos dejó. Para un gaditano, País Vasco son las “kokotxas” y el “bacalao al pil – pil” del Atxuri en la calle Plocia. Porque País Vasco suena a viajes de verano en familia huyendo del calor. Igualmente, para muchos vascos Cádiz significa playa, vacaciones en El Puerto, noches cenando en un lugar de cuento como Vejer o días entre amigos en Conil.
Para un gaditano, sobre todo si estudió en San Felipe Neri, quien representaba mejor este vínculo fue el Padre Luis Castro. El entrañable sacerdote marianista – lo más parecido a un santo que muchos conocimos -, que bajo una “txapela” hizo que la Real Sociedad fuera un equipo al que le tuviésemos cariño.
Curiosamente, fue él una de las personas que más me animó a desarrollar mi vocación política, y ha sido gracias a ella que mi cariño por esta tierra cada vez es mayor. Porque, más allá de que la organización política a la que dedico parte de mis horas semanales esté presidida por una vasca y eso haga que, de manera inconsciente, haya que barrer para casa, quien gana un amigo – o una amiga - en esta tierra, siente que lo gana para siempre. Siente que lo que gana es un hermano o una hermana, según el caso.
Partiendo de la base de que todos aquellos que defendemos la unidad de España, la libertad y la Constitución, tenemos un compromiso moral con esta tierra, ese compromiso se duplica cuando ves cómo se hace política allí y sobre todo cuando conoces a quien la hace. En muchos lugares de España, quizás se pueda correr algún riesgo significándose políticamente con un partido de centroderecha, pero es en Cataluña y en el País Vasco donde, indudablemente, este riesgo es mayor.
Por eso, cuando muchos maestros liendres critican a las personas jóvenes que militan en política, acusándoles de buscar un lugar donde vivir del cuento, deberían ser conscientes de que quien está en esto en algunas zonas determinadas de España no vive un cuento, sino algo parecido a una novela de terror que, hace no mucho tiempo, a los vascos les costaba la vida. Es por eso por lo que, como muchos decimos, en el País Vasco, es donde está el verdadero alma del constitucionalismo político español, que encabeza el Partido Popular como primera fuerza en votos de este espectro. Donde está el epicentro de esa alma de entender la política como el elemento más potente para mejorar la vida de las personas.
Porque los del norte, en el norte y para el norte, tienen un proyecto alternativo al rancio nacionalismo, que quiere meter sus zarpas hasta en la manera de etiquetar el vino. Un proyecto que saque el partido que Madrid lleva sacándose a sí misma desde hace más de dos décadas o que, Andalucía, desde hace poco, está intentando.
Allí, como ellos mismos dicen, no son de hablar mucho, sino de hacer. Sin embargo, son de fiar. Es por eso, que los del sur, los que sí que somos de hablar, no podemos hacer otra cosa que cada vez que tengamos ocasión, darlos a conocer. A muchos, les sorprenderá lo que, con una oportunidad, podrían hacer en esa tierra tan maravillosa. Tan maravillosa como el museo Guggenheim, la nieve cayendo en los campos de Álava o el atardecer en la Playa de la Concha viendo el reflejo del sol en el mar.