Un mundo feliz
No dejemos que, de nuevo, el 'soma' que algunos pretenden proporcionarnos nos haga olvidar por qué estamos confinados en casa: para salvar vidas
Las desgracias suelen tener pocas matizaciones. Sin embargo, dicen que de todo en la vida podemos extraer algo positivo . De esta tragedia que estamos viviendo, quizás adquiramos la capacidad de aprender a diferenciar lo realmente importante de lo irrelevante, que algunos a veces ... revisten de trascendental.
En una sociedad que, poco a poco, se hacía cada vez más fatua y vacía, hemos llegado a creer que cambiando la vocal final de algunas palabras encontraríamos la solución a todos nuestro males. Pensábamos que cuantos más ministerios tuviésemos en nuestro ejecutivo y cuanto más largo fuese su nombre, nuestro país funcionaría mejor. Un Gobierno cuyo gabinete de comunicación y medios afines nos iban guiando y diciendo qué era prioritario y qué no. Incluso, a pesar de algunos avisos previos, hubo quien, prácticamente, calificó de actividad de primera necesidad invadir las calles de color morado el segundo fin de semana de marzo. El motivo nada tuvo que ver con el inicio de la Cuaresma . En ese caso el desarrollo de los acontecimientos habría sido bien distinto.
Al igual que en el libro de Aldous Huxley - que comparte título con este escrito - quien no seguía en su totalidad las comandas del Estado y las ponía en duda era criticado y arrinconado. Quien no seguía los preceptos marcados por el Nuevo Orden Mundial estaba siempre equivocado. Nadie debía cuestionar nada, al ser el fin por el que se luchaba, aparentemente, mucho más importante.
Un Nuevo Orden que pretendía la sustitución de valores como la familia o la libertad individual por sentimientos de comunidad o de segregación de la sociedad en colectivos.
Pero ahora, cuando todo se ha desmoronando, hemos visto, como en el cuento de Andersen , que el rey estaba desnudo, aunque no fuese políticamente correcto decirlo. Mientras nuestro mundo se hunde, hemos visto que lo esencial eran esas cuestiones olvidadas: la vida, la familia, la salud y la economía. Hemos empezado a entender que un gobernante está para gestionar, para resolver problemas o al menos no crearlos, no para decirnos cómo debemos pensar y qué tenemos que hacer.
Sin embargo parece que, a pesar de todo, se nos sigue instando a callar cuando las cosas se hacen mal. Efectivamente, en el momento que estamos es esencial estar unidos como país , pero la unión también significa corrección fraterna y avisar cuando algo no se está desarrollando correctamente.
Entre los necesarios aplausos, memes y salidas al balcón , podemos olvidar que son nuestra salud , nuestra economía e incluso nuestras derechos y libertades los que pueden tambalearse si el Gobierno se equivoca. El trato a la prensa, la división entre distintas facciones en el interior del Ejecutivo o la redacción chapucera de algunos decretos, deben hacernos estar alerta.
No dejemos que, de nuevo, el 'soma' que algunos pretenden proporcionarnos con sus eternas comparecencias, nos haga olvidar por qué estamos confinados en casa: para salvar vidas . Vidas a las que corremos el riesgo de quitar importancia, convirtiéndolas en un simple número que oscila cada jornada.