Jarabe de palo
Lo más llamativo del populismo contemporáneo es que él mismo devora a quien, en principio, estaba de su lado
Uno de los problemas de este mundo atropellado en el que vivimos es que usando excesivamente ciertas palabras las vaciamos de contenido . Convertimos su significado y lo que representan en papel mojado carente de valor alguno. Ya bien sea por repetición o por ... exageración nuestra sociedad caricaturiza términos que representan causas aparentemente respetables, convirtiéndolas en espectáculos que, en ocasiones, rozan el esperpento. No hace falta que las cite porque se retratan solas.
La cuestión de fondo reside en la obsesión que algunos tienen por sacar rédito político , cueste lo que cueste, de todo tipo de situaciones que llevan aparejadas una potencial masa de votantes. Aquellos que creen que una pancarta puede convertirse fácilmente en una ley son los que nos están llevando sin frenos a esta situación.
Al igual que la palabra « diálogo » o « progresismo », el término « populismo », entre otros, es uno de esos que hemos exprimido tanto que parecen haber perdido todo tipo de significado. Desgraciadamente, en el lenguaje que utilizamos en el día a día, no hemos podido acuñar ningún otro «palabro» que nos permita definir en una sola agrupación de sílabas a aquel que propone soluciones simples a problemas complejos. Por lo que, nos guste o no, eso es lo que significa ser «populista» en nuestro tiempo. Una tendencia que, entre otras cosas, es experta en retorcer el lenguaje para apropiarse de ciertas luchas transversales, excluyendo a quién le interesa. Una exclusión que llega, incluso, a criminalizar a quien intenta introducir cierta cordura en lo que el «populista» propugna.
Pero lo más llamativo del populismo contemporáneo es que él mismo devora a quien, en principio, estaba de su lado. La semana pasada fue un muestrario de esto. Cuando vuelves convertido en marqués al mismo lugar donde antaño arengabas a las masas, pasas, de ser profeta en tu tierra a convertirte en el blanco de todo tipo de abucheos y amenazas.
Cuando intentas revertir, aferrándote a los últimos resquicios de dignidad política que te quedan como partido, el bochornoso borrador de una ley basada en eslóganes de asamblea de instituto y repleto de faltas ortográficas, gramaticales y de numeración, acabas siendo tú el culpable del mal contra el que, teóricamente, estás intentando luchar.
Tiempo al tiempo que seguro que veremos más episodios. Quien esté libre de pecado que tire la primera piedra.
Porque ese carácter efervescente de la política de hoy hace que ciertos fenómenos suban muy rápido, pero también hará que se disipen, o eso espero, con la misma rapidez. Será entonces cuando comencemos a valorar la política de verdad, la del sentido común. La que no necesita efectos especiales ni crear enemigos para hacerse notar y seguir gobernando.
La vida a veces te paga con tu propia medicina , con tu propio jarabe. Jarabe de palo o jarabe democrático, según queramos verlo. Como diría la canción: «según como se mire todo depende». Y es que en el populismo de nuestro tiempo, el héroe puede llegar a ser villano en función del momento del día en el que nos encontremos.