La hora de Europa
«Cuando todo va bien, nadie se acuerda de la Unión Europea. Sin embargo, cuando todo se tambalea, muchos son los que se escudan en ella para que sea nuestro salvavidas»
El pasaje de Santo Tomás en el Nuevo Testamento, independientemente de nuestras creencias, puede interpretarse como una metáfora de todos nosotros. Necesitamos ver para creer y tocar para confiar. Algo similar nos pasa con nuestras instituciones: cuanto más lejanas quedan, por lo general, más desconocemos ... su funcionamiento y su utilidad, es decir, menos creemos en ellas. Por desgracia eso es lo que nos ocurre, frecuentemente, con la Unión Europea.
Por eso, iniciativas socio-educativas como Modelo de Parlamento Europeo (MEP), de la Fundación San Patricio, son esenciales para acercar el funcionamiento de la Unión Europea a quienes en un futuro próximo tendrán en sus manos el devenir de nuestra sociedad: los jóvenes.
Que los políticos que forman o formaron parte de los órganos europeos crean en este tipo de iniciativas es vital. Así ocurre con quienes forman su patronato de honor: Enrique Barón, Josep Borrell y José María Gil-Robles. Además, que parlamentarios europeos se preocupen en hacer llegar a quienes están aún formándose académicamente la importancia de las decisiones que se toman en el seno de la Unión es lo que la Europa del futuro necesita. Ese es el caso del eurodiputado Pablo Arias, del GPPE, que en los últimos tiempos se ha volcado con esta iniciativa colaborando en todo lo que se le requiere.
Cuando todo va bien, nadie se acuerda de la Unión Europea. Sin embargo, cuando todo se tambalea, muchos son los que se escudan en ella para que sea nuestro salvavidas.
Aunque en materia sanitaria, prácticamente, no tuviese margen de actuación, fue una de las primeras en alertar del terror que se divisaba en el horizonte. Todos sabemos lo obediente que fue nuestro Gobierno con las advertencias sobre la convocatoria de concentraciones masivas en los días previos al estallido de la pandemia.
Sin embargo, donde sí tiene mucho que decir Europa es en la economía y de cómo actúe dependerá nuestro futuro. Si los esfuerzos se concentran en salvar nuestro tejido empresarial y en sostener el consumo, podremos creer que hay luz al final del túnel.
Pero para que eso sea posible los estados miembros tienen que ceder. Las economías más fuertes tendrán que entender que, en parte, su sostenimiento depende de que la zona euro no colapse. Las más débiles, endeudadas y deficitarias, entre las que desgraciadamente está España, deberán comprender que el dinero no crece en los árboles y que habrá que eliminar gastos superfluos para cumplir con las condiciones de un hipotético rescate.
Igualmente, nuestra Unión es y será esencial para fomentar la solidaridad y la cohesión entre los distintos Estados, intentando que el material sanitario pueda redistribuirse de la manera más eficiente posible.
En definitiva, si tomamos esta crisis como 27 crisis aisladas, 27 epidemias localizadas en cada país no conseguiremos salir de este pozo. Dejando a un lado las diferencias culturales, es momento de que se cree un frente común que amortigüe el impacto de esta catástrofe. Solo así volveremos a transmitir la imagen de un continente que en menos de un siglo fue capaz de cambiar la guerra y la división por el consenso y el futuro en común. Solo así nuestros jóvenes sabrán valorar esa idea tan bonita que es Europa.