Miguel Ángel Sastre
Hispanidad de rebaño
Aunque el término “inmunidad de rebaño” se acepte como válido, no deja de ser una triste metáfora de cómo la pandemia ha mermado algunas libertades
Hace año y medio, cuando la pandemia nos azotaba con más fuerza, había un objetivo que todos buscábamos con ímpetu: conseguir la “inmunidad de rebaño”. Casi dos años después y gracias a las vacunas el objetivo está casi cumplido.
En los meses de marzo, abril ... y mayo de 2020, muchos articulistas de opinión señalaban que en algunos países – sin ir más lejos en España – la situación que se estaba viviendo tenía ciertas similitudes con lo que autores como Huxley y Orwell planteaban en sus libros. La falta de información, la utilización de ésta para la propaganda, así como la arbitrariedad de muchas de las decisiones tomadas contrarias a lo establecido en la legalidad, emulaban a ese tipo de sociedad planteada por estos autores distópicos. Las mentiras sobre la gestión de la pandemia por parte del Gobierno de la nación, sistemáticamente destapadas por algunos medios de comunicación, así como diferentes sentencias de los tribunales, han confirmado que no iban muy descaminados quienes apuntaban en esta dirección.
No obstante, a pesar del fin de la mayoría de las restricciones, siguen existiendo síntomas que nos alertan de que, en la sociedad post-pandemia, la inseguridad jurídica ha aumentado de manera exponencial.
La exigencia de llevar contigo un código QR que acredite tu estado de vacunación para entrar en establecimientos o poder viajar es discriminatorio, excluyente y dudoso desde el punto de vista democrático. Primero, porque no tienen en cuenta la doble brecha digital existente: personas mayores con dificultades cognitivas para el manejo de la tecnología, así como personas con problemas económicos. Segundo, porque la tecnología, a veces, falla. El ciudadano medio ni sabe, ni tiene que saber por qué su QR no funciona o por qué la aplicación de turno da error. Demasiados problemas tiene ya en su día a día para que su vida se haga más compleja y corra el riesgo de que no le dejen montar en un avión o acceder a un restaurante, simplemente, por un fallo informático ajeno a él. Si a eso, además, sumamos que no hay un certificado único, que cada país e incluso región exige su propio formulario, el caos es total.
Esta sociedad que nos ha dejado la COVID, además de ser aún más hedonista de lo que ya era, quieren que sea más sumisa, compleja y con el pensamiento crítico en estado permanente de mínima actividad cerebral. Sin embargo, esto no es más que el resultado acelerado de un proceso que existía antes de la pandemia y que en España vemos con ejemplos tangibles.
Y es que, de un tiempo a esta parte, nuestra pertenencia a esta nación se ha convertido, por desgracia, en sinónimo de la pertenencia a un rebaño pastoreado y manejado por ideologías que quieren borrar nuestro pasado y pisotear nuestra capacidad de pensar por nosotros mismos. Sin ir más lejos, el que muchos se sientan acomplejados por el significado del día que celebramos hoy, es una muestra visible de cómo el bien y el mal se han diluido en esa maraña de tweets, posts, vídeos y mensajes en la que vivimos. Nos reescriben la historia, nos dicen que debemos pensar, qué comer y la validez de un código QR, no infalible y que puede fallar, es quien nos habilita para seguir haciendo nuestra vida con normalidad.
Por eso, en vez de seguir el rebaño, a veces, hay que salirse de él y levantar la voz. Con astucia, criterio y con un plan bien estructurado. Si hace más de medio milenio nadie se hubiese salido del rebaño, hoy no estaríamos celebrando esta festividad. Por eso, en este día de la Hispanidad hoy, más que nunca, debemos reivindicar que las instituciones nos traten como adultos, como personas libres y que las políticas se hagan para mejorar la vida del ciudadano y no para entorpecerla. Que quienes nos Gobiernen no nos manipulen para su propio beneficio o que no se nos propongan recetas simples a problemas complejos.