Opinión
Hermanos
Lo que ocurre con Venezuela es un ejemplo de esa venda ideológica que, cierto sector, experto en monopolizar la defensa del bien común, se coloca de manera empecinada
Quienes habitamos este mundo –salvo excepciones, a veces, muy visibles– buscamos el bien común y que la sociedad mejore. Solemos discrepar en cómo hacerlo: cada cual tiene una receta y globalmente esa es una de las razones por las que existe el concepto de ideología ... política.
Sin embargo, las ideologías, en vez de sumar, tienden a la discrepancia, que siendo sana, nos ciega y nos hace tomar posturas irracionales en temas que deberían unirnos. Lo que ocurre con Venezuela es un ejemplo de esa venda ideológica que, cierto sector, experto en monopolizar la defensa del bien común, se coloca de manera empecinada.
Además de ser un problema internacional, para España debería tener doble importancia. Primero por historia y por cultura. Segundo, unido a lo anterior, porque Venezuela es una nación hermana. España está llena de venezolanos y viceversa. Familias de allí que están aquí. Familias de aquí que hace años marcharon allá. En una parte de la mía así ocurrió. Además, Cádiz es, de manera «impepinable», la ciudad europea con mayor vinculación iberoamericana. Nuestro alcalde debería tomar nota.
Venezuela es una tierra preciosa, con recursos y gente maravillosa. Uno de los países, potencialmente, más ricos. Podría ser un paraíso, pero sus gobernantes la han convertido en un infierno. Según la ONU, más de siete millones de personas necesitan asistencia humanitaria - un 25% de la población -. El Observatorio Internacional de la Violencia, afirma que más de 330.000 personas han perdido su vida de forma violenta durante los 20 años del régimen chavista. Sin embargo, mucha información se nos escapa debido a la dificultad que sufren los periodistas venezolanos para informar. A ella se suma el silencio cómplice de multitud de medios, especialmente españoles. ¿Qué más necesitamos para reaccionar?
Intereses cruzados entre distintas potencias mundiales están provocando que la solución no llegue. En España, la «coalición progresista» formada con quien asesoraba a los que han llevado la ruina a Venezuela, ha hecho que, ministros, en teoría, representantes del sanchismo más moderado, tengan que comulgar con ruedas de molino y reunirse - presuntamente - de forma clandestina con personas cuya entrada a la Unión Europea está vetada.
A pesar de nuestro gobierno, la sociedad civil y parte de la clase política española dieron el pasado Sábado una lección. Lo vivido en el recibimiento del legítimo presidente de Venezuela, Juan Guaidó, en la Puerta del Sol de Madrid, sirvió para demostrar que, en España, en general, tenemos muy claro a quien debemos apoyar. Sin importar la lluvia, los gritos en favor de Venezuela libre resonaron con fuerza en la plaza más conocida de la capital. Un momento emotivo para los que creen en la democracia. Tuve, además, la suerte de vivirlo en primera persona.
No sabemos cómo acabará esto, pero, como españoles, con independencia de nuestra ideología, deberíamos defender la libertad de un pueblo agonizante que, además, es nuestro hermano.