Miguel Ángel Sastre - Opinión
Hacia el abismo
Cádiz necesita ideas claras. Necesita volver a creer en su luz, en aquellos tiempos que desprendía ilusión. Necesita que quien la gobierna no pierda ni un solo minuto en cuestiones superfluas
Cádiz se apaga. Cádiz se duerme. Cádiz se hunde. Elijan la opción que más les guste y que les parezca que mejor representa que esta ciudad se dirige sin frenos –e impulsada por los efectos derivados de la pandemia– hacia el abismo.
Aunque algunos lo ... negaran, nos encontrábamos en un proceso paulatino de deterioro: servicios municipales funcionando cada vez peor, residuos urbanos que se acumulaban, capas de suciedad superponiéndose sobre en el pavimento, fachadas en las que la pintura iba, poco a poco, desprendiéndose y cayendo sobre las aceras, como hojas marchitas que caen de un árbol otoñal que se prepara para la llegada del duro invierno.
Sin embargo, esta inesperada crisis nos ha dado una bofetada de realidad, acelerando de manera exponencial este proceso. Como en la fábula de la cigarra y la hormiga, este peculiar letargo económico nos ha invadido sin los deberes hechos. El fenómeno está siendo global pero es aquí donde, sin duda, dentro del panorama nacional, menos preparados estábamos.
Mientras que el sector turístico se encuentra levantándose de la lona tras haber sido noqueado, las principales firmas comerciales que contaban con tienda en la ciudad están abandonando sus locales, concentrando sus esfuerzos en localidades cercanas. Una tras otra, como si de fichas de dominó cayendo se tratara. Un hecho que va a dejar calles emblemáticas de la ciudad como poblados fantasmas del lejano oeste.
La reflexión es la siguiente: si Cádiz vive del turismo y las tiendas cierran ¿dónde dejaran su dinero los turistas? Si los establecimientos hosteleros han tenido que reducir el aforo ¿serán rentables? Y si nada de esto funciona como lo hacía antes ¿qué nos queda?
Culpar de todos nuestros males al Ayuntamiento actual sería caer en el mismo juego simplón en el que a menudo caen quienes conforman el equipo de Gobierno municipal. Sin embargo, el consistorio de nuestra ciudad, una vez más, parece malgastar sus fuerzas en causas intangibles en vez de centrarse en lo que le compete como administración local. Creyendo que desde una publicación en redes sociales- cargada de cierta hipocresía - se cambiará el mundo, los días van pasando a la par que Cádiz va tocando fondo.
Arrojándose como propias medidas propuestas por el principal partido de la oposición para sacar rédito político, sin un modelo de ciudad coherente, poniendo parches carentes de criterio y económicamente inviables en asuntos urbanísticos que requieren de una actuación global completa y compleja, nuestra ciudad se hunde en el Atlántico y algunos, mientras tanto, siguen tocando sus violines como en su día lo hiciera la orquesta del Titanic.
Cádiz necesita ideas claras. Necesita volver a creer en su luz, en aquellos tiempos que desprendía ilusión. Necesita que quien la gobierna no pierda ni un solo minuto en cuestiones superfluas. Alguien que defienda la ciudad con uñas y dientes, promocionando su clima, su ubicación geográfica o su patrimonio histórico. Alguien que atraiga empresas para que se asienten aquí, porque son las que generan empleo y traen consigo población para despertar a esta ciudad dormida.
Pero eso no se consigue, únicamente, siendo cercano y honrado, algo imprescindible en un representante municipal. Se logra trabajando sin descanso. Y eso, parece que requiere más esfuerzo que poner en Facebook o Twitter lo primero que se nos viene a la mente.