Miguel Ángel Sastre

El frío de la oposición

Muchos de los que hoy dudan o critican, reconocerán cualidades que no ven aún: su calidad humana, sus ideas y valores personales o su capacidad como orador

Miguel Ángel Sastre

Con frecuencia hay quien compara la política con el amor y la seducción. Bien por los sentimientos enfrentados que despierta o por la llamada ‘erótica del poder’. Bien porque se trata de convencer a alguien de que te elija a ti entre los demás. Similitudes ... existen muchas.

Y es que, hay encantadores de serpientes que, de primeras, atraen a grandes mayorías o prometen metas irreales. Después acaban defraudando, por acción o por omisión. Convirtiéndose, incluso, en tiranos.

El populismo existe en el marketing político pero también en el amor. Aunque acaba desvaneciéndose porque lo que entra sólo a través vísceras no merece la pena y deja heridas difíciles de cerrar.

Además de ese populismo extremo, muchos candidatos que han generado expectativas, al asumir responsabilidades, han provocado situaciones de caos. Pasó con Zapatero, pasó con Pablo Iglesias. Pasó, en menor medida, con muchos candidatos de Ciudadanos y seguirá con otros partidos.

En política y en las relaciones amorosas también encontramos personas que dejan una huella imborrable y que se recuerdan con cariño. Existen otros que, solo pasado un tiempo prudencial, se reconoce lo que aportaron mientras ocuparon un lugar privilegiado en el corazón de una institución o de una persona.

Los hay que les cuesta cerrar una puerta sin hacer ruido. O los que, aun pareciendo excelentes, acaban pensando únicamente en ellos mismos y el ego les acaba consumiendo. Porque, cuando la soberbia te atrapa, nadie te termina soportando.

Y hay un último tipo. Los que a pesar de su atractivo y cualidades innegables, no buscan lo inmediato, sino lo realmente importante: sumar, dar un cambio a la vida de las personas y hacerla mejor cada día.

Sin embargo, estas personas suelen encontrarse muchísimas dificultades. Porque hay ciegos que no quieren ver lo que les conviene, porque hay personas que prefieren no salir de su zona de confort y arriesgarse a elegir algo distinto. Hay objetivos difíciles que, cuando no tienes visibilidad suficiente, son muy duros de conseguir.

Por eso, tanto en la oposición amorosa, como en la política, se pasa mucho frío. Porque el no tener certezas de que vas a ser la opción elegida, suele perjudicarte. Porque, decir a alguien que se está equivocando y que tú eres la solución, suele provocar escepticismo. Sin embargo, esas personas, cuando logran su objetivo, se convierten en ‘imprescindibles’. Y, conforme pasa el tiempo, todo va a mejor.

Ha ocurrido muchas veces y es el denominador común de los principales políticos del centroderecha actual. Porque es la historia de Juanma Moreno, Ayuso o Almeida. Personas que han conquistado a quienes dudaron de ellos. Personas que ahora son adoradas pero que ninguno de ellos lo tuvo fácil. Cualquiera que recuerde el rechazo y la dificultad vivida en sus campañas electorales lo entenderá. Sin embargo, el tiempo ha dado la razón a los que siempre supimos que merecían la pena.

Eso es lo que le ocurrirá a Pablo Casado cuando llegue a la Moncloa. Muchos de los que hoy dudan o critican, reconocerán cualidades que no ven aún: su calidad humana, sus ideas y valores personales o su capacidad como orador.

El patrón se repite: una circunstancia adversa, un reto difícil y el objetivo a conquistar reticente. Y lo más complicado de romper; los corros de información cruzada. Porque, como en el amor, muchas veces la información externa se tergiversa y no ayuda. Por eso, siempre necesitas a alguien que recuerde lo que vales, y que no hay mejor decisión que elegirte a ti.

Pero todo en la vida con paciencia, con personalidad propia, no cometiendo errores y evitando zancadillas que embarren el terreno, suele conseguirse. Quien un día muchos rechazaron, suele acabar siendo la piedra angular y cambiando el frío de la oposición por el calor del Gobierno. Será entonces cuando todos se quieran arrimar a ese sol y ser conquistados por él.

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