Miguel Ángel Sastre
El embudo de Despeñaperros
El caso del Gobierno central en su permanente trato vejatorio hacia Andalucía es un ejemplo perfecto de que con este Ejecutivo, ni el talante democrático, ni el sentido de Estado, ni el tono cordial son eficaces
En un tiempo necesitado de cordura, unión y acuerdos entre quienes piensan diferente, da la sensación que Julio Anguita , con su triste fallecimiento, se ha llevado el último aliento de una época ya pasada en la que, a pesar de las fuertes discrepancias ... ideólogicas, posiciones políticamente antagónicas podían llegar a acuerdos programáticos.
La política es un ámbito en el que las relaciones personales influyen más de lo que creemos. Personas que, a pesar de tener fundamentos ideológicos muy marcados, en su vida diaria son propicias al diálogo, el acuerdo y la empatía, en situaciones de negociación, cuentan con capacidades esenciales para forjar pactos. Por el contrario, aquellos que llevan en su ADN el gusto por la imposición sin criterio, siempre creerán que la otra parte debe plegarse aún más ante sus exigencias para llegar a algún acuerdo. Acuerdo que seguramente más tarde traicionarán porque es insuficiente para sus intereses.
El caso del Gobierno central en su permanente trato vejatorio hacia Andalucía es un ejemplo perfecto de que con este Ejecutivo, ni el talante democrático, ni el sentido de Estado, ni el tono cordial son eficaces. Por desgracia, con el tándem PSOE - Podemos, solo hay dos estrategias que funcionan para ser respetado: el vasallaje o ser una administración gobernada por el PNV, ERC o Bildu. En ese caso, digas lo que digas, hagas lo que hagas, estarán a tus pies.
Si hay un Gobierno autonómico que, a pesar de sus diferencias ideológicas ha mantenido un tono cordial con los representantes de la administración central en esta crisis, ese ha sido el Ejecutivo andaluz. Cada intervención de Moreno Bonilla estaba, por lo general, cargada de sensatez y predisposición a cooperar. Ahí están las hemerotecas para corroborarlo. ¿Y qué ha recibido Andalucía a cambio? Dos magníficos regalos. El primero que Málaga y Granada no pudieran pasar de fase en el momento preciso, teniendo que esperar una semana más, con mejores datos que otras provincias que sí lo hicieron y a pesar de presentar un plan con distritos sanitarios perfectamente delimitados. El segundo y más grave, que el Gobierno, concretamente el Ministerio de Hacienda, con una clásica conocida de la afición andaluza al frente, cambie el criterio de reparto de fondos por la pandemia y haga que nuestra región pierda 560 millones de euros - casi lo mismo que el dinero malversado en el Caso de los ERE del PSOE - del cómputo global de lo que le correspondía.
Mientras que el PNV sigue recogiendo nueces y se suplica a ERC y Bildu su apoyo, mientras que se ningunea a Ciudadanos para evidenciar que hasta que todo lo que queda a la derecha del PSOE no sume, el bloque de oposición seguirá funcionando como el ejército de Pancho Villa, el Gobierno central sigue aplicando su «ley del embudo» a los que vivimos al sur de Despeñaperros: manga ancha para los demás, control férreo a Andalucía. Ya lo hizo en Diciembre, interviniendo las cuentas por el déficit que ellos mismos provocaron. Lo vuelve a hacer ahora.
No hay duda de que el embudo que sufren otras comunidades como Madrid es, incluso, más estrecho. Así ha sido siempre. Sin embargo, lo de Andalucía no es casual: nunca podrán perdonar que la tierra que algunos pensaban que era su cortijo particular se haya escapado de sus manos.
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