El despegue de Andalucía
De ser una región inerte, a convertirse en un avión en continuo despegue: en ascenso y con mucho camino por recorrer

Pongamos, por ejemplo, un grupo de amigos de una ciudad que se conocen desde hace casi veinte años. Fueron al colegio juntos, vivieron experiencias inolvidables y, cuando llegó el momento de ir a la universidad o seguir formándose después de la escuela, cada uno tomó ... su camino y se fue a vivir a un lugar diferente.
Sin embargo, pasado el tiempo y, casi diez años después, más de la mitad de ese grupo tiene algo en común: la ciudad donde vive. Una ciudad que les permite seguir formándose, haber encontrado un trabajo más o menos estable y acorde con su trayectoria académica, así como una oferta de ocio difícilmente igualable. De la otra mitad restante, unos cuantos siguen en su ciudad natal, otros en la capital de la región y una nueva ciudad, a escasos 200 kilómetros del origen de la historia, empieza a aparecer como una opción para desarrollar su proyecto de vida, también muy atractiva.
Esa ciudad natal puede ser, perfectamente, Cádiz. Por ende, la capital de la región en la que viven esos jóvenes sería Sevilla y esa nueva ciudad con futuro prometedor: Málaga. El lugar donde se concentran, ahora, la mayoría de ellos es la capital: Madrid.
Muchos vinieron a estudiar y aquí se quedaron, por las oportunidades que encontraron. Barcelona fue antaño, también, un lugar donde muchos jóvenes andaluces iban a vivir en busca de oportunidades. Ahora cada vez son menos lo que van allí, ganando la capital de España por goleada.
Es lógico: su centralidad y el hecho de concentrar la mayor parte de la actividad económica de nuestro país hace que las oportunidades formativas, laborales y de vida en Madrid, sean mayores. Pero el éxito de Madrid como región y como ciudad, va más allá de ser la capital. Ese es el contenedor pero, a ese contenedor le faltaría el contenido para funcionar. Si Madrid no tuviese un modelo claro y políticas atractivas, caería en la irrelevancia. El éxito de Madrid, para ser lo que hoy es, para haber dado el “sorpasso” económico a Cataluña, se basa en una fórmula: capacidad de acogida, seguridad jurídica y fiscalidad amable para atraer inversión. La inversión genera movimiento económico y, por tanto, se crean empleo y oportunidades.
Por eso, tantos jóvenes, de todos los puntos de España, vienen a la capital. También, por supuesto, jóvenes andaluces. Sin embargo, a diferencia de otras regiones, con un modelo más o menos continuista, en Andalucía, en los últimos tres años y medio, la manera de entender la gestión ha cambiado. Los datos están ahí: crecimiento económico por encima de la media española, “Top 3” de regiones que más empleo crearon en función de la población y líderes nacionales en autónomos, superávit presupuestario y, sobre todo, un cambio de mentalidad nunca visto. De ser una región inerte, a convertirse en un avión en continuo despegue: en ascenso y con mucho camino por recorrer.
Y esos datos no solo significan un éxito que refrenda la apuesta por un modelo político hasta ahora inédito en esta tierra. Ese despegue es una esperanza para todos aquellos jóvenes andaluces que, aunque ahora viven fuera de su tierra, en un futuro puede que quieran volver para reencontrarse con sus raíces y para desarrollar parte de su proyecto de vida aquí. Queda mucho por hacer, pero este avión ya despegó y, todo indica que cada vez irá cogiendo más altura.