La cultura del esfuerzo
La política debe promover la cultura del esfuerzo
En el artículo inmediatamente anterior se comentaba que eran los proyectos de futuro, logros y objetivos a conseguir en nuestro día a día, a corto y largo plazo, lo que nos mantenía vivos. Que las pequeñas cosas, podían darnos momentos de felicidad efímeros, pero que, ... a la larga, eso no nos daba una perspectiva global del sentido que podía o no tener nuestra vida. Ese concepto era aplicable tanto a los seres humanos como a entidades de mayor tamaño.
En concreto, la provincia de Cádiz era un ejemplo de eso último. Existían proyectos puntuales que aportaban momentos subjetivos de felicidad puntual. Sin embargo, no había un plan global que marcarse el rumbo de la provincia y la encaminase a un futuro mejor.
La circunstancia de la ausencia de un proyecto, de un plan, de un modelo de gestión, no solo se daba a nivel provincial, sino que era un elemento común a nivel municipal y a nivel nacional, salvándose únicamente el ámbito autonómico. Y es que Andalucía, a pesar de la pandemia, como región, si parecía saber lo que quería ser: una tierra de oportunidades, que generase empleo, que creciese económicamente y que superase sus viejos fantasmas de 40 años de despilfarro y corrupción socialista.
Si comparamos otros modelos políticos, por ejemplo, el de la capital, como ciudad y como comunidad autónoma, podríamos convenir que ambos también tienen una idea de lo que pretenden ser. Un modelo conjunto a nivel regional y municipal, que engarza con el propósito de la región andaluza: ser foco de inversión, de atracción de capital, para ser fuente de empleo y por tanto, de bienestar. Pero con una salvedad: que en esa tierra se lleva probando y dando resultado muchos años, mientras que los andaluces acabamos de empezar a intentar aplicarlo.
Y si analizamos la base de fondo de ambos modelos no es otra que entender que los objetivos, que los retos y ser mejores no se consigue por arte de magia. Que en esta vida las cosas no se regalan ni se tienen que regalar, que hay que superarse cada día para conseguir ser mejores. Ese es el espíritu de los gobiernos que triunfan. No solo en el panorama nacional, sino también en el internacional. Ese es el espíritu de los países y de las sociedades que han triunfado. Es también la hoja de ruta de las empresas que han conseguido hacerse un nombre en un sector.
Amancio Ortega ha conseguido que ZARA e INDITEX en su conjunto sean lo que son, referentes a nivel internacional en el mundo de la moda porque se esforzó, se superó a sí mismo, y fue más allá que los demás. No se conformó, trabajó duro y peleó. Tuvo suerte, sí, pero la suerte hay que perseguirla. Steve Jobs, Jeff Bezos o Bill Gates, aunque sean figuras con luces y sombras, son ejemplo también de ingenio, ganas de crecer y de superarse cada día.
Cada persona que estudia una oposición, se saca una carrera, se esfuerza en su día a día por superar las adversidades y ser un poco mejor es el ejemplo perfecto de que para tener un proyecto de vida, para marcarse objetivos hay que ser consciente de que la base de todo es el esfuerzo y la constancia.
Los deportistas de élite, son también grandes abanderados de esta cultura del esfuerzo. Por eso el deporte transmite valores tan importantes a nuestra sociedad. Los Rafa Nadal, Cristiano Ronaldo, Pau Gasol, Miguel Induráin, los Michael Jordan, son símbolo de talento, pero también de esfuerzo, constancia y superación.
Por eso, la política debe promover la cultura del esfuerzo. Debe decir a las personas jóvenes que para conseguir metas hay que esforzarse y que el Estado debe de ser un facilitador y un colchón por si uno cae, pero nunca debe ser el conductor de nuestras vidas.
Porque esa es la forma de tener una sociedad cada vez mejor, inconformista y que aspiré cada vez a más. Ese es el plan que tienen Madrid y Andalucía. Ese es el plan que a muchos nos gustaría para Cádiz y para España en general. Qué pena que algunos de los que deciden y gobiernan estén centrados en lo contrario.