Creer, hacer y poder
Por eso, para «poder» hay que «creer», hay que tener suerte pero, sobre todo, hay encarar los problemas y que «hacer»
Hay quien puede pensar que la vida se divide en dos tipos de personas: por un lado, los que creen que la suerte lo determina todo y que nuestro destino está escrito sin que podamos hacer nada para cambiarlo. Por otro, los que consideran que ... nuestras acciones son las que cambian el futuro y que no existe nada escrito.
Posiblemente, la realidad esté en un punto medio. Es verdad que la suerte influye: hay trenes que pasan una vez en la vida que, si no se toman a tiempo, nunca vuelven. Existen casualidades que quien no las aprovecha o no las tiene, ve limitado su destino. Pero, también, la aptitud es un elemento fundamental para cualquier tipo de objetivo. Por tanto, la providencia nos marca, pero no hay duda de que solo consiguen sus objetivos quienes creen que pueden lograrlos.
El 2 de diciembre de 2018 muchos pensaban que era la última noche de Juan Manuel Moreno Bonilla al frente del PP andaluz. Esa misma noche, una casualidad, una serie de hechos concatenados provocaron que ese destino fuese el borrador de un thriller que nunca llegó a publicarse.
Es cierto que Juanma Moreno pudo tener suerte esa noche, pero la suerte hay que buscarla y, sobre todo, aprovecharla. Y tanto él, como los que le han acompañado en esta travesía de tres años y medio, así como todos los que desde fuera han empujado, han aprovechado ese golpe de suerte que ocurrió esa noche.
Hacer política en nuestro tiempo no es fácil. Más allá de la pandemia, la rapidez de la actualidad, las redes sociales, la “metapolítica” y la necesidad de buscar el “zasca permanente”, así como el corte de vídeo que se haga viral, dificulta mucho la política adulta. Hay algunos que, queriendo hacerla, acaban sucumbiendo al agujero negro de los “likes”. Romper con todas esas dificultades, enfrentarse a ellas y vencer, es un ejemplo de que si existe una línea definida y se persigue, se demuestra que querer es poder. Un ejemplo de que quien gobierna, si quiere, puede marcar la agenda.
Si a ese hecho sumamos, por un lado, que jugar en un terreno que históricamente se le ha dado mal a tu equipo suele aparejar una maldición difícil de romper y, por otro, que ese mismo terreno es amplio, complejo y exigente; conseguir el objetivo marcado, solo está al alcance de unos pocos.
Lo logrado deja muchas enseñanzas. Algunas meramente políticas como que, cuando gobiernas y los resultados de tu reelección son espectaculares, es que has acertado. Y no solo eso, que has comunicado bien. Algo que, históricamente, siempre ha sido la asignatura pendiente del centroderecha español. Otra reflexión directa que deja esta gesta es que el voto no es patrimonio de nadie. Andalucía era de izquierdas, o eso decían. Decían que el Partido Socialista era el que más se parecía a Andalucía. Esa tierra, ha cambiado, y ya no tiene nada que ver con la que le precedió.
Pero, sobre todo, la lección mayor de estas elecciones es a nivel de crecimiento personal y de fortaleza. Porque la oportunidad se aprovechó y no se desperdició. Y esa mentalidad, esa manera de ver la vida que ha encarnado la victoria de Juanma Moreno en Andalucía, encaja con el rumbo que ha tomado esta tierra. Una tierra llena de oportunidades que han de aprovecharse.
Por eso, para “poder” hay que “creer”, hay que tener suerte pero, sobre todo, hay encarar los problemas y que “hacer”. El trabajo tiene sus frutos y, quienes se construyen a sí mismos, a pesar de los golpes, suelen acabar consiguiendo lo que se proponen. Esa es la historia del presidente de la región más poblada de España que, muy seguramente, marque el devenir de esta tierra que necesita seguir creyendo para poder lograr sus objetivos pero, sobre todo, necesita seguir “haciendo” para que el avance sea indiscutible y para que nada, ni nadie, la pare.
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