Miguel Ángel Sastre
Se cree el ladrón
La izquierda del «consejos vendo que para mí no tengo», la de la lucha obrera desde una mansión y con coche oficial, ha adquirido en el último tiempo una especialidad muy concreta
El refranero español acumula frases sencillamente geniales que describen, entre otras cosas, estereotipos de personas que nos encontramos en el día a día de nuestro querido país.
Cuando políticos o comunicadores del panorama nacional usan este tipo de expresiones, además de enriquecer sus locuciones, acercan ... su lenguaje al oyente haciéndose más cercanos.
Ocurre casi en todo nuestro territorio, pero son los madrileños, o las personas afincadas en el entorno de la capital de España, uno de los grupos de población que, habitualmente, más recurren a este tipo de frases hechas con identidad y tan características de nuestra tradición cultural.
La actual presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, chamberilera de origen, crianza y corazón - de casta le viene al galgo -, es un de las que recurre habitualmente a estos giros castizos. Viniendo de Chamberí, no podría ser de otra forma. Cuando recientemente usó el dicho popular de "se cree el ladrón" para escenificar que Sánchez mentía al acusar a la Comunidad de Madrid de falsear las cifras sanitarias, puso delante del espejo, con una sola frase, a gran parte de la izquierda actual.
Porque la izquierda del "consejos vendo que para mí no tengo", la de la lucha obrera desde una mansión y con coche oficial, ha adquirido en el último tiempo una especialidad muy concreta. Algunos la llaman la de la tinta de calamar - como bautizó un columnista de este periódico a los escapismos del Alcalde de Cádiz - otros, la de echar balones fuera. Ayuso la definió como "creer que todos son de su condición". Dicho de otro modo: culpar a tu adversario de tus males para ocultarlos.
En esta última semana de campaña la tensión, a la que nos hemos acostumbrado, parece haber aumentado exponencialmente. Quizás la diferencia entre esta campaña y la anterior es un candidato sorpresa y varón de pelo largo, que suele ser experto en avivar el fuego electoral.
En el centro de este panorama, presuntamente, alguien ha enviado unas balas en forma de amenaza a miembros del Gobierno, entre ellos al hasta hace poco Vicepresidente segundo del mismo y candidato de Unidas Podemos a la Asamblea de Madrid.
Indudablemente, nadie puede ponerse de perfil frente a este hecho. Condenar la violencia o la incitación a la misma es una obligación de todos. Es una forma, además, de dar ejemplo a quienes ahora son víctimas, pero en otras ocasiones ejercían de Pilatos y se lavaban las manos frente a los ataques que otras fuerzas políticas sufrían. Porque este hecho lamentable e injustificable posiblemente esté organizado por un desequilibrado o, a lo sumo, por unos cuantos contables con los dedos de las manos. En cambio, hace unos días, cientos de personas lanzaban piedras, ladrillos y todo tipo de objetos a políticos de otro partido y algunos lo definieron como la respuesta a una provocación.
Pero por muy moderados y dialogantes que intentemos ser "la cabra tira al monte". Los comunistas defensores del marxismo leninismo, como el candidato de Podemos, al igual que los fascistas - recordemos que ambas ideologías proceden de un mismo árbol y que el nacionalsocialismo y fascismo son primos hermanos de lo ideado por Lenin - casi siempre acaban, de alguna forma, acusando a otros de sus males. Parece ser que para el candidato residente en Galapagar, la culpa del envío la tiene el magazine mañanero de Ana Rosa Quintana, que crispa a la sociedad. Desde luego, se cree el ladrón, lo que ya todos sabemos.
Por eso, para dejar a un lado ideologías totalitarias aquello de Comunismo o Libertad, desgraciadamente, viene al dedillo. Porque es la Libertad, en toda su dimensión, lo que está en juego en estas elecciones al elegir entre dos modelos. Entre un modelo que la niega y entre otro que entiende que hubo algo de lo que ni el mismo Dios, nuestro Creador, pudo privar al ser humano. Y ese algo fue la Libertad. Por eso es tan importante que la defendamos.