Cordón umbilical

El tren es el lugar de refugio para algunos que viajan con frecuencia pero, sobre todo, es uncordón umbilical que nos permite volver al lugar de dónde venimos siempre que nos hace falta

En otras ocasiones, muchos nos hemos referido negativamente a los servicios de RENFE; criticando retrasos, precios desorbitados en los servicios de cafetería, la escasa flexibilidad y frecuencia horaria, la lentitud del recorrido e, incluso, la antigüedad de algunos de sus trenes. En todos los ámbitos: ... cercanías, media y larga distancia.

Por supuesto, el coste del billete –especialmente de largo recorrido– era, también, objeto de esas críticas.

Y es que, en un tiempo en el que, teóricamente, buscamos compatibilizar sostenibilidad» energética y medioambiental con no perder ni calidad de vida, ni actividad económica; lo lógico es que pusiéramos toda la carne en el asador para mejorar opciones como el tren.

Máxime, cuando tenemos una de las infraestructuras más preparadas de Europa y una empresa pública estatal dedicada a estos servicios que opera, prácticamente, sin competencia.

Sin embargo, RENFE lleva contagiándose mucho tiempo de las peores prácticas de una aerolínea ‘low cost’, con precios fluctuantes que suben, de repente, de manera vergonzosa. Y lo peor no es eso; no es solo el precio inalcanzable para algunos: lo peor es que, directamente, los trenes suelen estar completos, a menos que se cojan con casi un mes de antelación.

Es un problema que sufre toda España pero, especialmente, los que vivimos en la costa: Cádiz y Málaga, cada vez más. No es normal que, desde Madrid, sea más sencillo conectar con Bruselas por aire que con el sur de España en tren. Algunos dirán que entre semana existen menos problemas. Sin embargo, quien trabaje fuera de su tierra lo tiene complicado para desplazarse a ella en días laborables cuando, además, el teletrabajo va desapareciendo de manera paulatina.

Cualquier estudiante o trabajador que quiera venir un fin de semana a ver a su familia, amigos o, simplemente, coger un poco de aire en su tierra para no romper su cordón umbilical con ella, lo tiene excesivamente difícil. Tiene que planificarlo con mucho tiempo y desembolsar un alto precio.

Sin otras alternativas eficientes, el funcionamiento de entidades como RENFE son esenciales para fijar población lejos de la capital. Un país con conexiones buenas, rápidas y baratas funciona mejor y hay más libertad para elegir qué hacer con nuestra vida y cómo organizarla.

Para empezar, con una España, a pleno rendimiento después de la pandemia, el tijeretazo en el número de trenes diarios por el COVID debería terminar ya. No hay excusa.

Pero es que, además, el Gobierno de España debería poner en marcha otro tipo de alternativas. En primer lugar, más plazas disponibles en cada tren. Si hay que hacer una inversión en aumentar la flota, habrá que hacerla. En segundo lugar la posibilidad de un régimen especial para zonas cuya alta demanda turística convierta los billetes en bienes inaccesibles, como ya ocurre con otras cuestiones para territorios que están fuera de la Península. En tercer lugar, declarar las conexiones a algunas de esas zonas como «Obligación de Servicio Público». Igual que esas medidas, otras tantas. Y si RENFE no es capaz de competir, otras empresas la pondrán pronto en su sitio.

Es un tema que no marca la agenda mediática todavía, aunque hay muchas personas de la política y de la sociedad civil, comprometidas ya con esta causa. Nuestro alcalde, mientras tanto, más callado que una maceta. Sin embargo, es algo que está en las conversaciones del día a día. Está en la calle.

El tren es el lugar de refugio para algunos que viajan con frecuencia pero, sobre todo, es un cordón umbilical que nos permite volver al lugar de dónde venimos siempre que nos hace falta. Algo que los gaditanos necesitamos como un pez que necesita el agua para poder vivir.

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