Miguel Ángel Sastre
El comodín de Sánchez
Si el jefe del Ejecutivo español me lo permite, me gustaría sugerirle un consejo: si quiere destacar en el “show business”, no le hace falta una serie
La semana pasada, dentro del barullo informativo que vivimos, descubrimos una noticia que debía haber cambiado nuestras vidas y llenarnos de felicidad: nuestro amado líder, el magnánimo Pedro Sánchez iba a ser protagonista de una serie documental que estará, próximamente, en plataformas virtuales.
Veremos cómo ... es el día a día del presidente del Gobierno y de sus imprescindibles ministros: cómo dedican cada minuto de su tiempo a hacer de nuestro país un lugar más inclusivo, resiliente y, por ende, mucho mejor. Todo español de bien debe estar deseando ver esa serie.
Sin embargo, si el jefe del Ejecutivo español me lo permite, me gustaría sugerirle un consejo: si quiere destacar en el “show business”, no le hace falta una serie. El mejor formato televisivo para su persona sería un programa de preguntas y respuestas en el que, con sus ya conocidas habilidades, acertaría y ganaría siempre: porque siempre tendría un comodín para salir ileso y nunca fallar.
Porque su forma de hacer política - y la de los que le rodean -, se ha ido basando, sucesivamente, en ir escurriendo la responsabilidad de decisiones erróneas, basándose en agentes externos y comodines que justificaban cualquier tipo de acción.
Todo comenzó con la moción de censura y el comodín de la “corrupción”, basado en una sentencia, posteriormente rectificada por la propia justicia española.
Tras esto, apareció el escándalo de su tesis. Su comodín, entonces, fue “pasar palabra”, y esperar que amainase la tormenta. Casi nadie más ha vuelto a recordarle ese misterioso tema.
Y hablando de tormentas que amainan, durante la borrasca Filomena, decidió que tampoco era su cometido y que eran el Alcalde de Madrid y la Presidenta de la Comunidad los únicos encargados de resolver el colapso provocado una tormenta de nieve inédita en décadas. Él, mientras tanto, estaba muy ocupado probando todoterrenos.
Pero antes de eso, nuestro Presidente del Gobierno basó su acción de gobierno en dos grandes “comodines”: Franco y el virus de la COVID-19. Han sido las dos excusas en las que ha apoyado muchas de sus leyes y decisiones, gran parte de ellas injustificadas y erróneas. La primera de esas excusas, creada artificialmente; la segunda, fatalmente gestionada.
El último “Joker” o último comodín que ha aparecido en la baraja de Pedro Sánchez habla ruso. Y es que, ahora, la culpa de todo la tiene Putin.
En dos años y unos meses de legislatura- que se están haciendo eternos - muchas de estas situaciones deberían haber dado pie a un líder que encarase los problemas buscando hacer oportunidad de ellos, buscando el bien de todos. Pero, todo lo contrario: cada problema ha desembocado en una España peor, más dividida y crispada.
Es cierto que una pandemia como la vivida o una guerra como la que está ocurriendo en Ucrania son situaciones catastróficas, apocalípticas y difíciles de encarar. Es cierto que la crisis económica creciente que vivimos, surge de esas dos semillas. Pero no es menos cierto que hay muchas medidas que se pueden tomar. Medidas como las pedidas este fin de semana por algunos presidentes autonómicos: bajar impuestos a la gasolina y a la factura de la luz. Medidas que se prometen, pero que no se tomarán.
A esta forma de hacer política basada en escurrir el bulto, en el narcisismo y en la mentira sistemática, no la llamen populismo, no es exactamente eso. Se llama “sanchismo”. A golpe de comodines y de no asumir responsabilidades, esta forma de hacer política está destrozando España, nuestro bolsillo y nuestro futuro.
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