Miguel Ángel Sastre
Caín y Abel
La moción fue la gota que colmó el vaso de dos años de ataques fratricidas bajo el mantra de la «derechita cobarde»
La moción de censura mostró, de nuevo, el cainismo de la política española. Atrás quedaron los órdagos entre Sánchez e Iglesias, que ahora se abrazan. Esta vez fueron quienes están a la derecha del PSOE los que sufrieron las secuelas de este defecto ... congénito patrio.
Y es que, el fanatismo político provoca que encontremos análisis antagónicos sobre lo ocurrido el Jueves. Una moción diseñada para poner a Pablo Casado y a su partido entre la espada y la pared, para muchos opinadores y algunos votantes se saldó con Casado erigido como un "fakir" resistente a los puñales que pretendían clavarle. Sin embargo, otros dirán que fue el PP quien apuñaló a VOX.
A pesar de esas dos visiones, analizando con objetividad, encontramos hechos poco rebatibles. Antes del Miércoles, el "no" ya rondaba por Génova. Sin embargo, la intervención de Abascal puso el voto negativo en bandeja. Nadie duda que estuviera acertado en muchas cuestiones. Sin embargo, hubo elementos del discurso que le hicieron derrapar: quizás, el más grave, el ataque frontal a la UE. Sabiendo que es el único freno a las aspiraciones bolivarianas del Gobierno y sabiendo, también, que será quien nos proporcione la "vacuna" de dinero que necesitamos, no parece acertado afirmar en un discurso que la Europa actual "se parece demasiado a R. P. China, la URSS o a la Europa soñada por Hitler". El PP no podía avalar ese tipo de afirmaciones. De ahí el "no". Un "no" que no significa estar con Sánchez y su banda, sino estar en contra de la forma en la que VOX le hace frente.
La moción fue la gota que colmó el vaso de dos años de ataques fratricidas bajo el mantra de la "derechita cobarde". Algunos piensan que la respuesta pudo ser desproporcionada, otros que era lo adecuado. Lo cierto es que fue el día en el que Casado estalló y evidenció que, aunque el tándem Sánchez-Iglesias y sus esbirros son los culpables de la deriva catastrófica de España, VOX, a veces, con su forma "neocona" de entender la política al estilo de Steve Bannon y Roger Stone, se convierte en la coartada que justifica las acciones "monclovitas". Y es que, el ruido de VOX suele ser gasolina para la “coalición Frankenstein”. Casado recordó, además, que les ofreció ir juntos en las provincias pequeñas para el 10-N y evitar que Sánchez ganara. Declinaron la oferta y ya sabemos lo que pasó.
No obstante, aunque la izquierda y los nacionalistas aplaudan el golpe dialéctico del PP a VOX y caricaturicen al partido "pistacho", deberían saber - por si no quedó claro - que el "espacio de la razón" que quiso encabezar el PP con ese discurso no los prefiere a ellos. No son moralmente mejores que VOX. No es mejor Podemos, cuando desprende odio contra todo el que no comparte sus postulados políticos, no son mejores los nacionalistas que llevan años obsesionados en la limpieza étnica en Cataluña y País Vasco. No es, ni mucho menos, mejor el PSOE que ensalza a figuras ominosas como Largo Caballero e Indalecio Prieto. De EH Bildu mejor ni hablar. De hecho, para los intereses de nuestro país y la convivencia entre españoles son peores, porque VOX, en el fondo, no es más que una reacción natural, aunque estruendosa, a su intento continuado de erosionar las instituciones de nuestro Estado.
Quienes defienden una España de ciudadanos libres e iguales, vieron con tristeza cómo la izquierda disfrutaba y salía ilesa, a pesar de todas las tropelías cometidas, mientras que la oposición peleaba en el ring. Pelea que continúa entre amigos y conocidos. El jueves fue el día en el que, Caín intentó matar a Abel. Cada uno sabrá quién considera que es Caín y quién Abel. Sin embargo, no debemos olvidar que, a pesar de todo, el árbol del que proceden siempre será el mismo. Un árbol que necesita ser robusto para soportar el vendaval al que está sometido y evitar que éste lo acabe arrancando.