Miguel Ángel Sastre
Buscando el rumbo
«Cádiz, con más de tres milenios, parece, a veces, no saber aún qué tipo de ciudad quiere ser»
A veces, a pesar de la edad, algunas personas no saben cómo orientar su vida. Una sensación que suele ser consecuencia del fin de una época feliz que acabó. Esa desorientación puede ser, incluso, consecuencia de un shock reciente. Cádiz, con más de tres milenios, ... parece, a veces, no saber aún qué tipo de ciudad quiere ser.
La creación de empleo y el desarrollo económico llevan tiempo siendo asignaturas pendientes. Sin embargo, desde hace cinco años y, especialmente, después del revés de la pandemia, la ciudad parece haberse resignado a vagar sin rumbo, como lo hacen por el mar los barcos errantes de las leyendas de piratas. No existe un «modelo de ciudad» definido y las pocas actuaciones urbanísticas que se hacen por parte del Ayuntamiento son, por lo general, inconexas e incoherentes entre sí.
Algunos afirman con vehemencia que Cádiz debería ser una ciudad de referencia dentro del ámbito universitario y debiendo volver esta actividad al centro de la ciudad para mantenerlo vivo. Hay quienes apuestan porque Cádiz sea el centro administrativo y financiero de la provincia. Otros, simplemente, por fomentar su atractivo cultural y, por ende, turístico y hostelero; optan por un modelo que potencie el privilegiado clima que nos acompaña casi todo el año. Puede que todos, en parte, tengan razón. Posiblemente el modelo ideal de ciudad que debe perseguir Cádiz deba combinar todos esos elementos. De esta forma, si uno falla, otro sector puede seguir funcionando y mantener a flote a la ciudad. Y es que, debido a la pandemia, actualmente, ni siquiera los universitarios son un colectivo estable dentro de las ciudades. Además, combinando diferentes «modelos de ciudad», conseguiríamos tener actividad durante una franja horaria más amplia, superponiendo horarios de mañana y tarde en días laborables y festivos.
No obstante, pocos son los que defienden, y aún menos los que trabajan por un Cádiz que sea la piedra angular que cohesione el área metropolitana de la Bahía, para que éste pueda ser un ámbito donde el tejido empresarial arraigue. Un lugar que atraiga, incluso, a grandes tecnológicas o «startups» con potencial.
Y es que, quitando honrosas excepciones, como los últimos movimientos iniciados por la Autoridad Portuaria Bahía de Cádiz para integrar la zona del puerto en la ciudad, casi todas las acciones que se llevan a cabo en los últimos años parecen alejarnos de esos deseos a los que aspira Cádiz. Con el transporte público puesto en duda por la pandemia, así como con un sistema de aparcamiento con pocas plazas disponibles y con precios desorbitados ¿alguien ve viable que Cádiz pueda acoger a universitarios, personas que vienen a hacer gestiones administrativas o a visitantes que se desplazan en coche desde su lugar de origen? Cádiz consiguió, en poco más de una década del s.XXI soterrar el trazado ferroviario que la dividía y mejorar su conexión con la Bahía a través del segundo puente. A veces, con algunas de las medidas que toma el consistorio actual corremos el riesgo de aislarnos y hacer gala, de manera negativa, de nuestro lado más insular.
Hace unos años, un concejal, al que tengo aprecio personal y que ya no está en el Pleno, le regaló al Alcalde una brújula para que encontrara el rumbo, afirmando que estaba «desorientado» en el ejercicio de sus funciones. Una legislatura después, la coalición que nos gobierna en Cádiz anda inmersa en una «sorora» y fratricida guerra por el control del poder en el grupo parlamentario Adelante Andalucía, con el PSOE de espectador privilegiado. Mientras tanto, Cádiz sigue sin brújula y sin saber qué rumbo tomar. Ellos por el contrario, únicamente, emplean su tiempo y gastan sus energías en «twittear».
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