Alegría de vivir

Por eso, ese duende y esa «alegría de vivir» que nos caracterizan, aderezados por nuestro sol, son valores que explotar.

Miguel Ángel Sastre

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No hay duda de que el sur tiene duende. Ya lo hemos dicho en otras ocasiones. Un duende que nos hace especiales y que atrae a quien no vive o ha nacido en nuestra tierra. Un duende que no debe ser un lastre, sino todo lo contrario: debe sumar y aportar a desarrollar el potencial que tenemos por aquí abajo.

¿Pero dónde está la esencia de ese duende? ¿Cómo es su alma? ¿Qué es lo que lo alimenta? No hay duda que la clave de que nuestra tierra sea especial es la alegría que desborda. Un reflejo de su luz que se traduce en ser un lugar donde la ilusión nunca se apaga.

Porque la luz que caracteriza a Andalucía y a algunas de sus provincias, se traduce en unas ganas desbordantes de vivir, a pesar de los golpes que nos pueda dar el día a día. Nuestra luz es blanca claridad, pero también es verde esperanza. Y eso es gracias a que aquí siempre tenemos un horizonte o motivación que nos hace querer llegar a un momento determinado que complementa el sentido de nuestras vidas.

Aunque algunos puedan banalizarlo e, incluso, ridiculizarlo; la gran cantidad de festividades o semanas marcadas en el calendario, impulsan la vida de muchos de quienes han nacido por aquí.

Porque de punta a punta de Andalucía, casi todos los meses del año cuentan con una fecha señalada que significa un incentivo que nos hace amar la vida. Este fin de semana, con el Carnaval desplazado de su fecha, se ha visto cómo en diferentes puntos de nuestra geografía, especialmente de Almonte hasta Cádiz, muchos andaluces se reencontraban con uno de los pilares de su felicidad. Lo mismo ocurrió el pasado mes de abril con la Semana Santa. Carnavaleros, cofrades, rocieros y otros, sabrán de lo que hablo.

Porque estas fechas señaladas no solo son un tiempo para pasarlo bien, o para que cada uno busque en su interior algo que lo complementa como persona: religiosidad, creatividad… Una de las cosas más bonitas que tienen estas fechas es que propician el reencuentro con nuestros seres queridos: familia, amigos, compañeros. Este año, aún más si cabe. Es cierto que, en España, hay multitud de festividades que se viven con intensidad y que tienen también esta componente de “reencuentro”, sin embargo, no es menos cierto que, en el sur, esto se eleva a la máxima potencia.

Por eso, ese duende y esa “alegría de vivir” que nos caracterizan, aderezados por nuestro sol, son valores que explotar. Tienen que servir no solo para hacernos felices en el día a día o para tener un horizonte de esperanza al que aferrarnos y un motivo para evadirnos de lo malo, sino que tienen que ser catalizadores para seguir implantando la idea de que nuestra tierra puede ser la mejor para venir, vivir e invertir.

Porque, como en la “Pirámide de Maslow”, para que las necesidades superiores estén plenamente cubiertas, la base tiene que ser sólida. Si conseguimos armar un proyecto de tierra que compatibilice nuestra alegría natural, ganas de vivir y la cantidad de festividades que marcan el sentido de nuestra vida con pujanza económica, posibilidades de inversión y de empleo, nada nos parará.

Lo cultural es algo que no debemos nunca perder y que debemos preservar, pero para que lo cultural tenga sentido de existencia, tiene que dar como fruto el poder complementarlo con políticas que persigan el desarrollo económico. Algo perfectamente aplicable a España, Andalucía y Cádiz.

En este periodo electoral en el que estamos inmersos hay muchas soluciones y posibilidades encima de la mesa. Solo nos permitirán avanzar aquellas que tengan estos dos factores en cuenta. El uno sin el otro, supone que nos falte un brazo para seguir remando hacia delante.

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