Ana Mendoza
La tradición del belén
Pese a que se quieran imponer otras modas, no hay más símbolo del verdadero sentido de la Navidad que un belén
La historia del primer belén se dio nada menos que hace casi 800 años gracias a San Francisco de Asís. Cuentan que en 1223 el santo llegó a Italia procedente de Belén muy impresionado por la celebración de una emotiva fiesta de la Natividad en ... el interior de la gruta donde nació Jesús.
En la Nochebuena de ese año decidió organizar en una cueva del pueblo de Greccio una multitudinaria Misa del Gallo y para conseguir llegar a los fieles y captar su atención, instaló un altar con un pesebre con paja en el que colocó la imagen en piedra del Niño Jesús y, junto a él, un asno y un buey vivos.
Fue así como se desarrolló la primera representación conocida del nacimiento de Jesús. Años más tarde sería el arquitecto italiano Arnolfo di Cambio quien realizara un nacimiento con figuras que es considerado el primer belén tal y como lo conocemos hoy en día.
Los primeros belenes llegaron a España, como no podía ser de otra forma, a través de los monjes franciscanos. Aunque cuando realmente se popularizó esta costumbre fue cuando Carlos III siguió la tradición italiana de montar un belén en Palacio durante la Navidad. Para ello encargó una serie de esculturas que completaban las figuras que había traído desde Nápoles para el que se conoce como Belén del Príncipe.
A partir de ahí el pesebrismo se convierte en un hábito que aún actualmente conservan muchas familias. Y es justo ahí donde reside la grandeza de esta práctica que ha pasado de una generación a otra, de padres a hijos, de abuelos a nietos... Porque, pese a que se quieran imponer otras modas, no hay más símbolo del verdadero sentido de la Navidad que un belén.
Este año en el que parece que todo se desmorona y el hastío y la desilusión nos invaden se hace más necesaria que nunca mantener esta costumbre en nuestras casas y de esta forma vencer en parte esa desidia generalizada. Este 2020, decepcionante y triste para la mayoría, no se celebra el tradicional concurso de belenes en Cádiz ni tampoco podremos visitar todos los nacimientos que habitualmente preparan con gran dedicación y detalle desde particulares hasta asociaciones, instituciones, templos o cofradías...
No obstante, el complicado contexto actual no puede frenar del todo en este caso la capacidad de adaptarnos a las circunstancias. Aunque falten estos días algunos de los nacimientos más clásicos de nuestra ciudad, podremos ver otros de los más esperados ya sea a través de una ventana, como es el caso del de la Asociación de Belenistas en la calle Santiago, o bien cumpliendo estrictamente con las preceptivas medidas de seguridad anticovid, como sucede con el que ha montado una vez más la Fundación Cajasol en su sede de la Plaza de San Antonio.
Hace poco más de un año, el Papa Francisco presentaba en el Santuario del Pesebre de Greccio, ese pueblecito italiano en el que San Francisco de Asís inició la tradición del nacimiento, su carta apostólica ‘Admirabile signum’ sobre el significado y el valor del belén. En este escrito que merece la pena conocer, el Santo Padre anima a «la hermosa tradición de nuestras familias que en los días previos a la Navidad preparan el belén, como también la costumbre de ponerlo en los lugares de trabajo, en las escuelas, en los hospitales, en las cárceles, en las plazas...».
Pero además, Francisco muestra su anhelo porque esta práctica no se debilite y que «incluso allí donde hubiera caído en desuso sea descubierta y revitalizada». Creo que no hay mejor momento para ello que este. Así que gracias a todos los que de una forma u otra, a pesar de las dificultades, ayudáis a mantener esta tradición.