Ana Mendoza

Un Rocío de esperanza

Para los romeros, dos años sin acudir a la Aldea son demasiados

Imagen de la hermandad del Rocío de Cádiz en 2019 A. Vázquez

Ana Mendoza

Ya van dos años sin romeros. Dos años sin peregrinos en el camino , sin escuchar el repique de las campanas de San José a la salida de la hermandad del Rocío de Cádiz en su caminar hacia Almonte. Por segundo año consecutivo nos ... hemos quedado sin oír los inconfundibles sonidos de la flauta y el tamboril por la Avenida acompañando al Simpecado gaditano, con ese tintineo constante de sus campanitas, en su tradicional visita a la Patrona .

Durante mis años de colegio recuerdo perfectamente cómo salíamos para ver pasar a la hermandad. Era una costumbre que se esperaba y se seguía con alegría, con entusiasmo ... La misma que transmitían esos romeros, esos hermanos, que comenzaban su peregrinación, ante la Virgen del Rosario para pedirle su bendición y protección para ese arduo camino que encaraban.

Con el tiempo, los romeros gaditanos han seguido fielmente ese itinerario hasta el santuario de la Regidora Perpetua de Cádiz con la ilusión propia de este tiempo de Gloria. Este pasado martes se tendría que haber repetido esa estampa. No faltaba la ofrenda floral de la hermandad. Pero la carreta que porta el Simpecado tendría que haber pasado por las Puertas de Tierra para hacer esa visita especial y tan anhelada antes de salir al encuentro de la Blanca Paloma.

Sin embargo, esta vez, como hace un año, la carreta permanece guardada. No hay que estar pendientes del tiempo. No cabe cuestionarse si hará frío o demasiado calor. Si lloverá o si el viento será el incómodo compañero de viaje . Todas las previsiones meteorológicas sobran. Tampoco se ha tenido que activar en esta ocasión el Plan Romero.

Este 2021 son muchos los sentimientos que invaden a los rocieros. Me lo decía hace poco el pregonero de la Semana Santa, Iván Roa, hermano de la corporación del Rocío de Cádiz . En estos momentos echan en falta principalmente ver a la Virgen y hacer el camino por Doñana. Porque, aunque para algunos sea algo incomprensible, para los peregrinos el camino es algo mágico, indescriptible .

Por eso dos años ya sin acudir a la Aldea son demasiados . Las sensaciones no se pueden ocultar y es cierto que son agridulces. Hay esperanza, es lo que se pide. Existe alegría, como se vio en la misa de romeros de San José. Pero falta ese estar allí, en el camino . Falta el tintineo de las campanitas de la carreta cuando va avanzando por la arena, el olor a flores, los jabalíes que se acercan a pocos metros de la acampada en busca de algo de comer. Se echa de menos escuchar la Salve Rociera y esas sevillanas que la gente le canta al Simpecado por la noche. Se extraña el sonido del pitero por la mañana haciendo el toque del alba con la flauta y el tamboril...

Los rocieros afrontan este fin de semana con la nostalgia de vivir la romería en la Aldea y con la ausencia de esos nervios de la noche del domingo al lunes para ver a la Virgen en la calle tras ese impredecible salto de la reja. Son muchos los momentos que los romeros no van a poder disfrutar. Pero los recuerdos están ahí y lo importante es que ahora la esperanza está más cerca y viva que nunca.

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