Ana Mendoza
Protectora
Esa rutina automática que llevábamos sin cuestionarnos apenas nada se ha roto con la constante duda que nos asola en cuanto nos planteamos qué pasará mañana
Cada cual es libre de pensar y creer en lo que quiera. Pero si hay algo que está demostrando este año tan difícil, tan complicado, es que hay que tener fe y, visto lo visto, no precisamente en los políticos.
Desde marzo hasta ... ahora la preocupación, la decepción y el pesar rondan por la mayoría de nosotros. La incertidumbre y el desánimo se abren paso en medio de una pandemia que ha trastocado prácticamente todo. Esa rutina automática que llevábamos sin cuestionarnos apenas nada se ha roto con la constante duda que nos asola en cuanto nos planteamos qué pasará mañana . O la próxima semana. O el mes que viene.
Eso es lo que ha hecho florecer la necesidad de tener fe. Lo vivimos en la pasada Semana Santa cuando no tuvimos pasos en las calles pero pudimos seguir las retransmisiones de cultos y demás actos de forma virtual. Tal y como coincidieron en esos días los directores espirituales de las cofradías de Cádiz, estas circunstancias tan excepcionales nos servían para interiorizar más en nuestra fe cristiana. Incluso con las iglesias cerradas, algunos párrocos empezaron entonces a utilizar las redes sociales para hacer llegar a los fieles la celebración de la eucaristía diaria. Y lejos de lo que se pudiera pensar, esas acciones han tenido un gran seguimiento. De hecho, a pesar de la crisis de fe en un país en el que cada vez hay menos católicos practicantes , estas publicaciones han servido para acercarnos un poco a todos.
Las cofradías, que forman parte de la Iglesia, han sido clave en este proceso. Porque el vínculo de los hermanos con ellas se ha estrechado de una forma más espiritual . Sin túnicas, sin salidas procesionales y de momento, sin cultos externos en Cádiz, la respuesta ha sido más que positiva en los cultos internos que se han podido ir celebrando desde que finalizó el estado de alarma.
Han sido varias las hermandades que desde entonces han convocado a sus hermanos en sus respectivos templos en torno a sus titulares. Con respeto y cautela por las circunstancias. Siguiendo las medidas para frenar el consabido virus, los triduos y las novenas han regresado con más asistencia , pero siempre dentro de los límites permitidos.
El último ejemplo de ello, el más reciente, es el de la celebración de la festividad de nuestra Patrona, la Virgen del Rosario . A todos nos habría gustado vivir un 7 de octubre clásico, con la salida procesional como culmen de la jornada. También habrían sido, un año más, muy emotivas las visitas de los escolares gaditanos al santuario de la Patrona, una bonita tradición que sin embargo este 2020 ha frenado la pandemia.
Pese a todo, las imágenes que refrendan la devoción que hay en Cádiz por la Virgen del Rosario son las de los días de novena en la que muchos fieles han asistido a Santo Domingo, las de un pregón, que como dice el propio pregonero Juan Mera, es de los más sublimes, y sobre todo, la de las colas de gaditanos que se formaron este miércoles para presentar su ofrenda en forma de nardos a la Patrona. A priori se podría pensar que, ante la ausencia de procesión, este día iba a pasar de largo para muchos. Sin embargo, una vez más, Cádiz estuvo con su Virgen y esta vez con más fe, con más esperanza, con más necesidad de creer en su protección.
Todos los años se ha recordado la intervención de la Virgen del Rosario en momentos tan desafortunadados para la ciudad como la epidemia de peste de 1646, la de fiebre amarilla en 1730 o el Maremoto de Lisboa de 1755. Fueron, entre otros motivos, aquellas intercesiones, las que avalaron la Medalla de Oro de la ciudad que luce la Patrona a pesar de que algunos intentaron que se le desprendiera de ese reconocimiento. Se recogía entonces, en esa sentencia favorable para la archicofradía del Rosario, que la creencia en la intervención divina de la Virgen forma parte de la conciencia de muchos gaditanos que en esos instantes catastróficos de la historia se apoyaron en su Patrona para superar las dificultades. Esa creencia es la que hoy permanece. Y solo ha bastado este día para comprobarlo.
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