Ana Mendoza
La procesión va por dentro
Me encantaría como al que más ver hoy en Cádiz a la Reina del Carmelo por la Alameda
La vecina Jerez es hoy protagonista porque celebrará la procesión de la Virgen del Carmen. Será de esta forma la primera ciudad andaluza en la que se vivirá una salida procesional desde que comenzó la pandemia. Saldrá la imagen a la calle, eso sí, sin ... costaleros y finalmente sin música. Lo hará como antaño, sobre las ruedas de la carroza del Corpus, y con un recorrido que durará unas dos horas.
Debo reconocer que cuando la diócesis de Jerez permitió el culto externo a principios del mes de junio sentí cierta envidia y me pregunté por qué en Cádiz no se decidía lo mismo. Por qué en nuestra ciudad el Obispado no optaba por autorizar las procesiones acercándose una fecha tan señalada para todos los cofrades, la de esta festividad de la Virgen del Carmen, que es sin duda una de las mayores devociones marianas de la provincia. Hasta hace poco tenía la esperanza de que en Cádiz se siguieran los pasos de nuestra ciudad hermana y por fin volviéramos a ver una imagen en la calle. La del Carmen se me antojaba como la oportunidad perfecta para vivir y sentir de nuevo ese fervor popular que tanto se echa en falta.
Descartada esa posibilidad por la autoridad eclesiástica queda sólo la resignación y hacer cábalas para intentar acertar sobre cuál será la primera procesión que veremos aquí en la capital desde que se inició esta pandemia del coronavirus que tanto nos ha cambiado la vida.
Hace unas semanas, antes de que acabara el curso académico, estaba convencida de que la batalla estaba casi ganada. No entendía entonces que hubiera tantas reticencias con respecto a autorizar que se desarrollaran cultos externos. Pero esta situación del coronavirus fluctúa tanto que en estos días cada vez me tranquiliza más saber que una celebración cofrade no va a suponer un riesgo para nadie.
Los datos están ahí. Sólo hay que mirar y comparar lo que pasaba a principios de junio y lo que sucede ahora. Y sólo hay que recorrer hacia atrás el calendario para comprobar que lamentablemente seguimos sin aprender nada de esta nueva realidad, nueva normalidad o como quieran llamarlo.
El virus sigue existiendo y mientras no se ataje definitivamente, si es que eso es posible algún día, hay que apelar a la concienciación, la responsabilidad y la prudencia de todos, algo, que en demasiadas ocasiones, resulta que se queda en el olvido. De acuerdo que son muchos meses ya, demasiados, con limitaciones y restricciones y el hartazgo es más que palpable en la gente. Pero ahora nuevamente y pese a que la vacunación avanza, los contagios van en aumento y sube la tasa de incidencia.
El problema principal es que se produzca una aglomeración de personas y una procesión en la calle supone una ocasión extraordinaria para ello. Porque lo de las salidas procesionales no va sólo de vigilar el cortejo o prescindir de los músicos y de los cargadores. Esto va también, y todos lo sabemos, de que inevitablemente se da una concentración de público que muy difícilmente se puede controlar.
Me encantaría como al que más ver hoy en Cádiz a la Reina del Carmelo por la Alameda. Pero comprendo, no queda otra, que no se dan las mejores circunstancias para ello. La procesión va por dentro, a la espera de que esto cambie de una vez y no haya que asumir riesgos innecesarios.