Ana Mendoza
Nazareno Blanco
Es lícito y admirable que, siempre que se cumpla con las normas establecidas, una hermandad siga adelante con la agenda que tenía prevista
Han pasado algo más de cinco meses desde que la iglesia de San Francisco se quedó huérfana. Se marchó el Nazareno Blanco y su madre de la Esperanza permanece desde entonces junto a San Juan esperando su regreso. Han pasado muchas semanas sin su ... presencia , demasiados días difíciles en medio de esta pandemia. Jornadas tristes, desilusionantes, desesperanzadoras y preocupantes en las que por la capilla de la cofradía cada hermano, devoto o vecino que ha entrado, se ha parado anhelando especialmente su vuelta.
Su regreso este sábado es importante porque al margen de las devociones de cada uno y del enmarañado momento que nos ha tocado vivir esto es una señal más para la Esperanza. Es un ejemplo de que hay que seguir adelante y no podemos paralizarlo todo. Por eso las cofradías vuelven a ser un buen modelo en el que fijarnos. Porque dentro de lo permitido y de las posibilidades de cada una, trabajan en mantener sus proyectos y sus actividades y no se derrumban ante situaciones adversas.
Es cierto que alguna ha decidido suspender cultos y otras han pospuesto determinadas celebraciones pero también es muy lícito y admirable que, siempre que se cumplan con las normas establecidas y sobre todo, se sea coherente, una hermandad siga adelante con la agenda que tenía prevista .
Por eso en San Francisco ya se cuentan las horas para la vuelta del Nazareno del Amor. Porque su ausencia es tan excepcional como que se trata de la primera vez en la historia de la cofradía que la imagen titular de la misma abandona la iglesia de los Remedios durante tanto tiempo. También es la primera vez que este Nazareno se somete a una restauración que, dicho sea de paso, no la podrían haber realizado mejores manos que las de Pilar Morillo y Álvaro Domínguez . Con su profesionalidad, experiencia y trabajos culminados que ya hemos podido contemplar, no cabe más que esperar, de nuevo, la excelencia.
El Nazareno Blanco vuelve a San Francisco justo la víspera de la festividad de Cristo Rey del Universo, cuando finaliza el año litúrgico y a una semana del comienzo del Adviento. No creo tampoco que sea casualidad el que la cofradía se fijara en esta jornada para reponer al culto la imagen . Nada es casual. Ni incluso el empeño y esfuerzo que se ha puesto en poder restaurarla antes del próximo 2021 que será cuando la hermandad cumplirá sesenta años de vida.
Quería escribir del Nazareno del Amor porque es justo decir que fue la hermandad que me acercó a la Semana Santa , la que me regala nervios e ilusiones renovadas cada Lunes Santo, la que hace que hace que ante todo nunca pierda la Esperanza. Quería hablar de un Nazareno Blanco que ahora ha recuperado su esplendor original gracias al trabajo de los restauradores y al empeño de la cofradía, como tantas otras, por conservar y proteger su patrimonio. Y quería destacar el afán por cuidar de un legado que con mucho ánimo pusieron en marcha aquellos fundadores que, aunque no todos están entre nosotros, probablemente se sentirán enormemente orgullosos. Eduardo Doménech, Leonardo Andamoyo, Antonio Llaves, Rafael Franco y Manuel Pérez fueron el germen de esta corporación cuya esencia no se puede entender sin su pasado.
Este sábado es muy especial para todos los que de una forma u otra se sienten unidos al Nazareno del Amor y a la iglesia de San Francisco. Y, pese a que no todos los que quisiéramos podremos visitarle este día , la alegría por tenerle allí de vuelta en su capilla será igualmente intensa.