Ana Mendoza
Incongruencias
Habitualmente siempre hay una parte más débil a la que se puede censurar sin apenas objeciones
En esta pandemia sanitaria nos hemos acostumbrado por desgracia a vivir rodeados de medidas y normas incongruentes . Desde el principio hemos asumido una serie de pautas como si fueran muy lógicas y comprensibles, como si con ellas se acabaran todos los problemas.
Pero ... los inconvenientes llegan cuando piensas un poco y te das cuenta de que esos preceptos no se aplican por igual en todos los ámbitos, cuando observas que todo se improvisa sin sentido y, ante el desconocimiento, se sucede el método de prueba y error sin ningún tipo de reparos y sin tener en cuenta los perjuicios que ello provoca .
Lamentablemente, así nos encontramos inmersos en esta situación llena de incongruencias que nos hacen sentir desamparados por quienes deberían actuar con cordura y precisión. Así nos va cuando se vigila con especial recelo el cumplimiento de medidas en los bares, restaurantes e incluso en las iglesias. En estos espacios se hace hincapié en los aforos, en la obligatoriedad de llevar las mascarillas en todo momento... y por supuesto, en mantener la consabida distancia de seguridad, mientras que en otros muchos lugares, llámense grandes tiendas o superficies, autobuses urbanos, trenes o aviones parece que no pasa nada, no hay peligro .
De igual modo nos luce el pelo en los colegios e institutos en los que cada centro parece que lleva su propio protocolo y nos encontramos con medidas tan dispares como desayunar en el aula 'versus' hacerlo en el patio del recreo . O no llevar los libros ni cuadernos a casa para que no se contaminen frente a no dejar nada en las clases e ir y volver cada día con unas mochilas de más de diez kilos de peso. Que alguien me lo explique...
Desde el principio de esta crisis existe un amplio catálogo de incongruencias que se puede recopilar con tan solo reflexionar un momento y aplicar el sentido común que también hemos abandonado en pro de la revisión constante de las normas que fluctúan en el BOE o en el BOJA y que luego además se interpretan de una forma u otra llegado el caso.
Insisto en que habitualmente siempre hay una parte más débil a la que se puede censurar sin apenas objeciones . Y en esta sección se encuentran, además de los que ya he mencionado, las cofradías. Porque después de todo lo que vemos diariamente y las licencias que se conceden para determinadas actividades, en Cádiz todavía no se ha autorizado ningún culto externo pese al esfuerzo invertido en plantear un exhaustivo protocolo anti Covid para poder desarrollarlos.
El ejemplo más reciente ha sido el de la archicofradía de La Palma a la que el Ayuntamiento denegó finalmente la posibilidad de realizar la misa del 1 de noviembre en la calle . Tampoco se le permitió hacer el rosario público (solo participó la junta de gobierno) a las siete y media de la mañana.
Sé que muchos pensarán que de haberlo permitido habría sido una temeridad, como está todo, con el estado de alarma, el toque de queda y Andalucía cerrada. Pero sigo pensando que no existe un mismo rasero . Me consta que la cofradía había presentado un plan muy completo en el que incluía la toma de temperatura a todos los asistentes. Ni que decir tiene que también estaba limitada la presencia de personas y las sillas se iban a colocar manteniendo la pertinente distancia de seguridad en esa misa al aire libre. No sé en cuántos espacios cerrados de los que acudimos habitualmente le habrán pasado el termómetro por la frente pero en mi caso puedo decir que en ninguno. Tampoco entiendo por qué no se puede celebrar un acto un domingo al amanecer cuando cabe esperar que la afluencia de personas sea mínima en comparación con cualquier calle céntrica o lo que es peor, un supermercado en hora punta. Pero visto lo visto, es lo que nos queda: sobrevivir a las incoherencias y cuidarnos nosotros mismos con un poco de lógica .
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