Ana Mendoza
Yo estoy aquí contigo todos los días
Aunque parte de esta afirmación nos recuerda inevitablemente a la ‘simpática’ escena protagonizada la pasada semana por la alcaldesa de Puerto Real, Elena Amaya, y el alcalde de Cádiz, José María González, en la movilización de los trabajadores de Airbus, ‘Yo estoy contigo todos ... los días’ es el lema que ha elegido el Papa Francisco para la primera jornada mundial de los Abuelos y Ancianos que se celebrará el próximo 25 de julio, día de Santiago y víspera de San Joaquín y Santa Ana, los padres de la Virgen María y abuelos de Jesús.
El eslogan por el que ha optado el sumo Pontífice para esa Primera Jornada Mundial de los Abuelos y Ancianos se ha dado a conocer este pasado martes y es una frase del fragmento con el que termina el evangelio de San Mateo . Se trata justo del momento en que Jesús cita a los apóstoles en el monte de Galilea, al que estos acuden con ciertas dudas y con escepticismo, tras haber recibido el anuncio de la Resurrección.
La elección del Papa Francisco está cargada de significado desde el momento en que quiere expresar la cercanía del Señor y de la Iglesia en la vida de cada persona mayor, especialmente en este difícil tiempo que atravesamos por la pandemia del coronavirus y a su vez, como han explicado desde prensa del Vaticano, es también «una promesa de cercanía y esperanza en que jóvenes y mayores pueden expresarse mutuamente» .
Porque el objetivo de Francisco con esta Primera Jornada Mundial dedicada a los ancianos no es otro que impulsar el encuentro entre generaciones, de los abuelos con los nietos , de forma que los primeros sirvan de guía de fe a los segundos y estos, a su vez, estén presentes en la vida de sus mayores.
Tanto el lema como la propia celebración especial que ha propuesto el Papa para el próximo mes de julio resultan más que acertados en estos instantes en los que con enorme tristeza nos hemos topado abruptamente con la realidad en la que viven muchos de nuestros abuelos .
Personas que tras una vida de entrega, esfuerzo y dedicación a sus familias, se ven desvalidas y en ocasiones abandonadas por aquellos que deberían cuidar de ellos y de su bienestar cuando más lo necesitan. Por un sistema, unas interminables jornadas laborales y un ‘nuevo’ estilo de vida, ahora tocado profundamente por la crisis social y cargado de responsabilidades, muchas veces absurdas , que prácticamente imposibilitan que sus propios hijos puedan protegerles en esta última etapa de ancianidad.
A esas circunstancias se ha unido esta pandemia sin precedentes en la que ellos son los que más sufren, especialmente, por ese duro distanciamiento social que ha impuesto el virus y que les priva de esos besos y abrazos que tanto precisan .
Por todo eso es más que necesario recordar que no podemos mirar hacia otro lado. Algo tiene que cambiar. Y nos corresponde a jóvenes, y no tan jóvenes, demostrarles a nuestros abuelos que pese a todo, estamos aquí, con ellos, todos los días .