Ana Mendoza
Un Vía Crucis del que aprender
Me llama la atención que no hubiera ni una sola mujer entre los lectores de las catorce estaciones
Es cierto que el Vía Crucis de este 2021 ha sido el más solemne y sobrio que se recuerda en los últimos años. Ha sido uno de los actos más discretos y rigurosos de los organizados por las hermandades de Cádiz . Sencillo, sincero, ... sin excesivos adornos ni florituras. Sin más pretensiones que las de reflexionar acerca de los momentos vividos por Jesús en ese camino de la cruz. La pandemia obligaba a un cambio con respecto a otras ocasiones.
La situación sanitaria, aún incierta, indicaba que había que desprenderse de determinados hábitos que hasta este pasado lunes formaban parte del desarrollo de este acto penitencial. Sin traslado, sin cortejo, sin recorrido interior por las naves de la Catedral, la atención se centraba en el Señor de la Piedad dispuesto excepcionalmente en el centro del altar mayor, y, sobre todo, en el rezo de las catorce estaciones que conforman este camino de la cruz.
Este Vía Crucis estático ha causado para la mayoría una muy grata sensación . De hecho incluso algunos cofrades ya debaten si sería o no pertinente que, para años venideros e independientemente de las circunstancias, se debiera optar por celebrar este acto tal y como se ha hecho en esta ocasión. Otra cosa es que para ganar la indulgencia haya que moverse, por lo que lo más lógico es que se recupere y se pueda rezar tal y como hasta ahora.
Pero, más allá de esta cuestión de la que probablemente se hablará en más de una ocasión, me gustaría también que de aquí al próximo año se reflexionara sobre otro aspecto en el que seguramente no habrá discusión alguna puesto que para la mayoría pasa desapercibido , o al menos para la organización del Vía Crucis. Me llama la atención que no hubiera ni una sola mujer entre los lectores de las catorce estaciones . No era la primera vez. Ni será la última. De nada menos que catorce estaciones para leer, el Consejo no designa a ninguna mujer. Resulta más significativo aún cuando además este año se elegía a personas que forman parte de esos profesionales que han tenido un papel primordial en esta crisis. Así que inexcusablemente eché en falta al menos una voz femenina . Enfermera, médica, policía, militar... ¿no existen mujeres en esas profesiones? ¿No han estado y están en primera línea en esta pandemia? ¿Y por qué no alguna representante de la Permanente del Consejo de Hermandades, que la hay, una hermana de la cofradía de Piedad o una hermana mayor de las que actualmente son responsables de varias cofradías en Cádiz ? No entiendo cómo nadie cae en la cuenta de este detalle y menos aún cuando recientemente el propio Papa Francisco daba oficialidad a que las mujeres sean lectoras y acólitas en el altar, algo que yo pensaba que está superado puesto que es el día a día en muchas de nuestras parroquias.
Pero lo que sucede en el Vía Crucis es como norma, o al menos eso parece. Esta vez además, quizás en un intento de subsanar el asunto, decidieron que tres feligresas iniciaran el rezo tras la meditación de cada estación... Tal y como me dijo un cofrade, en ese aspecto ha sido «un pastiche» extraño que al final se vio forzado y sumamente raro . ¿Es que acaso la mujer no tuvo presencia en el camino de Jesús a la cruz?