OPINIÓN
Memoria histórica: 1944
Las centrales sindicales, unas y otras, son víctimas de la desconexión
El año que viene estaremos inmersos en la década de los 20 del siglo XXI, que será la antesala de la de los 30, y parece que fue ayer, esta misma, pero del siglo XX. Algunas diferencias son posibles. Los populismos de ahora no son ... los totalitarismos de antaño. Sin embargo, la radicalización y la polarización de hoy, han creado un clima guerra civilista fría, que pueden alterar nuestras vidas , la convivencia y la estabilidad necesaria para que el ciclo económico se desenvuelva dentro de la normalidad. Entre los que han olvidado la Transición y los que la niegan, todo indica añoranzas por la Guerra Civil y la dictadura para todos estos. Para unos y otros, por motivos diferentes, solo que convergen en sus extremos y nostalgias.
El otro día, 1º de mayo, unos cuantos, muy pocos, se echaban a la calle y donde no la había, literalmente al monte. Las centrales sindicales, unas y otras, son víctimas de la desconexión. Algo parecido con la energética. Ni podemos hacerlo, ni debemos pensar en ello, porque simplemente no es posible. Pero, se da la circunstancia, entre la multitud de sindicatos, de la existencia de dos que son adjetivados con el concepto de «más representativos». Y estos cumplen una función institucional impuesta desde el comienzo de la Transición, en un intento de crear interlocutores sociales institucionales.
Sólo que la representación que ostentan hoy, justifica difícilmente su consideración. Los datos estadísticos que aquí importan son los siguientes: 19,5 millones de ocupados, 3,3 millones de desempleados, tasa de actividad del 58% y tasa de paro del 14,7%. El número de afiliados de UGT y CC. OO es de 960.000 y los 920.870 respectivamente. Lo que significa que ostentan una representación que rondan el 4% aproximadamente cada una. En consecuencia, se plantea un importante y grave problema sobre su representatividad sindical.
El Presidente del gobierno, demagogo donde los haya, dice ponerse del lado del más débil, el desempleado. Con sus medidas de «viernes sociales» parece haber renunciado a aquellas que faciliten encontrar un empleo, por su coste político. Uno de los «viernes de Dolores», estableció el desempleo para mayores de 52 años ¿Y por qué no lo hizo para los mayores de 45 años, por poner un ejemplo? O mejor aún ¿por qué no la extiende ‘sine die’ y con independencia de la edad?
El Gobierno reitera su indisposición a cambiar nada sin el concurso de los agentes sociales. Bueno, de sólo una parte. Es decir, si no hay acuerdo, me guío por los míos, por el sindicato hermano y por el otro, el primo hermano. Así, todo permanecerá igual, manteniéndose el ‘status quo’ de los que sí trabajan, pero ¿y los que no lo hacen, están representados en el contexto de la interlocución social, a través de los sindicatos más representativos? La respuesta es clara y la voy a intentar justificar.
La Constitución Española, cuando alude en el artículo 28 a los sindicatos, dice que estos son de trabajadores, y estos por definición son los que trabajan, a pesar que la legislación española permite la afiliación de los que no lo hagan. Otro concepto importante a tal efecto es la consideración de «sindicatos más representativos» , que son los elegidos para actuar como interlocutores sociales y a los que se refiere el Gobierno para adoptar cualquier solución relacionada con el mercado de trabajo. Estos, los más representativos, son aquellos que han obtenido a nivel nacional más de un 10% de los cargos electivos en las elecciones a comités de empresa o delegados de personal, elecciones a las que sólo acceden los trabajadores que trabajan, por lo que los desempleados no están representados, porque no son electores. Por lo tanto, cuando un sindicato, de forma absolutamente legítima, se erige en defensor de los derechos de los trabajadores-representados, desde luego no lo hace desde la óptica del desempleado, que no es trabajador y no participa en el proceso electoral como elector.
Sólo son elegibles, aquellos en los que depositan la confianza los electores en el proceso, que siempre son trabajadores. Si a ello añadimos que sólo el 12% de la población asalariada está afiliada, resulta que el número de desempleados rebasa con creces la cifra de afiliación . Se hace necesario un intenso debate parlamentario, ya que sólo en esa sede es donde adquiere consistencia el problema del desempleo y la auténtica y legítima relación de representación entre representados (desempleados) y representante (Cortes ), para que por ésta y en aras a la solidaridad con aquellos, se revise la legislación existente y se favorezca de verdad la creación de empleo.
Todo indica, sin embargo, por los mensajes y soflamas sindicales del 1 de mayo, las añoranzas sindicales por la vuelta a la Ley de Contrato de Trabajo de 1944. Época más dura de la dictadura. Una legislación paternalista, alejada de los mecanismos de mercado, impuesta por nuestra pertenencia a al UE y por el mundo global donde nos encontramos inmersos. Desde el ‘Falcon’ la vida es color de rosa, pero el doctor plagio la ve de rojo bermellón.