OPINIÓN
Mejor volvemos al Carnaval
Lejos de cuplés, pasodobles o purpurina, todo son sustos y malas noticias
En el último mes, todo lo que no fuera Carnaval ha sido algo tan ajeno a mí como la reproducción de los koalas o los presidentes autonombrados en las repúblicas que otros hicieron bananeras. Si no tenía relación con pasodobles, cuplés o purpurina, no me ... interesaba. Pasaba las páginas de sucesos de mi querido periódico con la misma indiferencia con la que, en la sede de los partidos que usted y yo sabemos, vieron desfilar el pasado 8 de marzo a miles de mujeres exigiendo igualdad.
El caso es que en mitad de la guerra de alegría que es el Carnaval, con bajas de papelillos en las cabezas y llantos de orines en algunas esquinas, decidí informarme de lo que estaba pasando cuando los estribillos se tomaban una tregua de moscatel. Y lo que me encontré fue como para dejar de leer hasta las próximas preliminares. De todas las noticias, dos me llamaron especialmente la atención por su crudeza, por dejarme la sensación de que en este océano del día a día en que transitamos, son quienes nos ofrecen un salvavidas los más dispuestos a ahogarnos.
Una de las noticas era la de la llamada ‘Manada de Villalba’, que refería que tres señores habían abusado de una chica en Madrid. En la clave gaditana se subrayaba que uno de los implicados era un técnico en Aguas de Cádiz. Pero lo que resultaba escalofriante es que sus compañeros eran un guardia civil y un militar. La pregunta inmediata, conocidos otros casos anteriores, es la de en qué manos estamos y qué controles se están siguiendo en según qué puestos. Si la sal se vuelve sosa, después la culpa para el reguetón.
La segunda noticia fue la de la ‘Casa de los Horrores’ de Chiclana, en la que una pareja atraía a ancianos para, con la oferta de cuidarlos, dejarles sin patrimonio. No entraré a valorar lo de las organizaciones que se dedican a incrementar su patrimonio contándoles cuentos a los viejecitos, que de eso en este país sabemos demasiado. Pero sí es una prueba más de cómo fallan los sistemas de control en esta sociedad que deja a su suerte, al final de sus días, a sus mayores. Y, después la culpa...
Queda un largo año hasta que vuelva el Carnaval y tendremos que seguir lidiando con noticias así a diario. Consuela que se avecinan en breve dos periodos electorales en los que las agrupaciones por todos conocidas, y con el objetivo de hacerse con el premio, nos ofrecerán lo mejor de su repertorio, con ganas de emocionarnos pero con el resultado de carcajadas las más veces. Y aunque las letras y las músicas les parezcan mediocres, visto lo visto, los tipos será lo peor que lleven.