Adolfo Vigo - OPINIÓN

La mejor profesión del mundo

Quién sabe, puede que gracias a muchos profesionales, entre ellos esos abogados tan ruines, esas mujeres obligadas a ejercer esa profesión tan ‘bella’ para él, pueden salir de ese pozo de esclavitud

Déjenme que en la columna de hoy plantee un ejercicio de imaginación. Pongamos que un periódico de tirada nacional, no sé, ‘El Fundo’, por llamarlo de alguna manera, en su edición dominical, de nombre imaginario, ‘El tatel’, saca una columna titulada ‘La profesión más mala del orbe’, en la que un interfecto vomita su odio contra una profesión, déjenme pensar, ¡ah! ya, la de abogado , por ejemplo. Profesión con más de 150.000 profesionales en España , y tan digna como la de periodista, en la que seguro que habrá excelentes, buenos, regulares y malos ejercientes, como en botica.

En dicho artículo, imaginemos que nuestro querido ‘juntaletras’ no tiene ni la más absoluta idea de cómo funciona la administración de Justicia, y le da por atribuirle a los letrados la capacidad de decidir quién tiene la razón. Quizás esto sea así en su país de origen, ya que por rizar el rizo de la originalidad ficticia, este no sería español, sino de allende los mares, de esos que se permiten el lujo de venir a la ‘madre patria’ a chupar del bote y a darnos clases magistrales a la par que nos perdonan la vida. Por suerte, todo sería un desconocimiento de este personajillo ficticio, ya que aquí, y como todos sabemos menos nuestro audaz escritor, es un tercero, el Juez, el único investido de la potestad para impartir Justicia.

En otro orden de cosas, el pseudoperiodista se encargaría también de hacer un alegato sobre la nobleza de las prostitutas por encima de la de los abogados, y calificaría a estas primeras como un oficio inmaculado frente al segundo, que es un oficio para degenerados . Quizás esa defensa a estas primeras sea debido a que es la profesión que ese hipotético autor desde pequeño ha visto ejercer en su casa por su progenitora, no sé, no se lo tomen a mal, es una simple conjetura ficticia. Quién sabe, puede que gracias a muchos profesionales, entre ellos esos abogados tan ruines, esas mujeres obligadas a ejercer esa profesión tan ‘bella’ para él, esa lacra de la trata de blancas, pueden salir de ese pozo de esclavitud. Pero quizás su intelecto no le de para eso a nuestro amigo.

Este pueril opositor a provocador continuaría atacando a esta profesión, pues no sé, bueno, sí, con lo que siempre se nos suele atacar, que solo trabajamos para quien nos paga. Quizás desconozca lo que significa trabajar para el turno de oficio .

Por suerte, todo esto no es más que un artículo imaginario, un relato de ficción podríamos, incluso decir, si no fuera por la cantidad de abogados y abogadas (no me gusta utilizar ambos géneros cuando se debe de usar el neutro, pero este caso lo merece) que días tras día desempeñamos esta función social tan necesaria para nuestro sistema jurídico y social.

Trabajadores que, como aquellos compañeros que murieron hace 40 años en un despacho de Atocha, nos desvelamos para que se haga justicia donde existe un conflicto de derechos. Y si por desgracia nuestro cliente es el culpable , se cumplan cada una de las garantías y derechos que esta persona tiene en un Estado de Derecho como es el nuestro, y no para dejarlos libres, como piensan algunos.

Miren ustedes, algunas veces me pregunto por qué me dedico a esta profesión, como creo que alguna vez ha hecho el resto de mis compañeros, y siempre me contesto de la misma forma, porque es la profesión más bella del mundo.

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