El Apunte

Es más fácil pedir mantas que repartirlas

Los cuatro meses de retraso en la aplicación de las medidas municipales de ayuda a los indigentes muestra la distancia entre la petición y la gestión

LA VOZ

Entre las promesas y las actuaciones hay un largo trecho. En ocasiones, ese camino está formado por la burocracia, las necesidades económicas y la obligación de fijar prioridades. Da igual en qué campo se actúe porque esas premisas se dan en casi todos. En las últimas jornadas, sobre todo en las últimas noches, estamos viviendo en Cádiz los momentos más fríos de un invierno que hasta ahora costaba identificar. Como siempre, son los más débiles los que padecen la situación, los que más sufren son las personas que no tienen donde refugiarse y pasan la noche al raso por no poder, o no querer, pernoctar en un albergue público. Hasta ahí, una situación que por más que resulte lamentable es antigua, casi eterna, y de difícil solución. Lo que está al alcance de todos, de las administraciones, al menos, es darles la asistencia posible. Algo de alimentación, de compañía y, sobre todo, de abrigo. Las organizaciones no gubernamentales están especializadas en estas emergencias cotidianas. Algunas, como Calor en la Noche o Cruz Roja, localizan a los afectados y trabajan en las noches más duras para tratar de auxiliarles.

El problema llega cuando no tienen materiales o circunstancias suficientes para hacerlo. Resulta doloroso que su labor quede obstaculizada por alguna torpeza, por un retraso, por una omisión de una administración como el Ayuntamiento de Cádiz, que aún no ha repartido las mantas y el equipamiento prometido pese a que se comprometió a hacerlo en un pleno del pasado mes de octubre, concretamente el día 30.

Casi han pasado cuatro meses, han llegado las madrugadas más difíciles de soportar y aquellas palabras, aquellos votos, no se han convertido en hechos. El Ayuntamiento esgrime todo tipo de dificultades burocráticas, de problemas en los trámites, pero esos obstáculos ya los tenían los gobiernos anteriores, los han tenido siempre todos los voluntarios, y han sabido saldarlos. Porque lo esencial es atender a los necesitados. Pedirlo y no saber hacerlo es pura demagogia.

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