OPINIÓN
Más España desde Andalucía
Delegado del Gobierno en Andalucía y Presidente del PP de Cádiz
Este 28F coincide con un momento crucial e histórico para Andalucía y para España tras haber superado la más grave crisis económica de la democracia. Todos los indicadores apuntan a un crecimiento estable y a un repunte constante en el desarrollo social, empresarial, industrial y tecnológico de primer nivel en el que todos los responsables públicos debemos estar involucrados.
En este contexto de crecimiento y en una España con amplias cotas de autonomía política y administrativa como mejor antídoto contra la desigualdad de los españoles y las tentaciones de insolidaridad, algunos han pretendido desafiar sin éxito la unidad de nuestro país desde la ilegalidad y atacando los principios constitucionales que han regido a esta Nación desde hace cuarenta años.
Este frustrado asalto caprichoso del nacionalismo catalán al Estado de Derecho y a la democracia nos refuerza en el convencimiento de la importancia de la colaboración entre las administraciones y los agentes económicos y sociales en defensa de la estabilidad del país, necesaria para seguir consolidando los procesos de crecimiento y generación de empleo y riqueza iniciados hace años.
En esta coyuntura, Andalucía tiene un papel fundamental y vertebrador en el devenir de nuestro país, ya que el concepto de andalucismo recogido en el Estatuto de Autonomía, que todos compartimos y defendemos, responde a dos valores constitucionales claves: la igualdad y la españolidad de Andalucía.
Los andaluces abrazamos nuestra españolidad sin complejos, con la naturalidad y la certeza de que estamos convocados al proyecto común que representa la España de la Constitución. Somos una Andalucía de oportunidades en la que todos tenemos que sumar esfuerzos por hacer efectivos el derecho al empleo, a la vivienda y a la educación.
Han pasado 38 años desde que los andaluces ratificamos en referéndum nuestra voluntad de recorrer el camino de la democracia desde la autonomía, pero sus principios, sus ambiciones y su modelo de convivencia aglutinan cada uno de los valores inspiradores de la Carta Magna.
Ese deseo de igualdad mantiene hoy su vigencia, lo que significa que el reconocimiento de las singularidades de las diferentes comunidades autónomas no puede servir de excusa para alcanzar privilegios.
En estos días, precisamente, se han cumplido también once años de la aprobación del nuevo Estatuto de Autonomía de Andalucía. Un documento del que fui ponente y que, respetando completamente la Constitución, dota a la comunidad autónoma de la máxima capacidad competencial dentro del Estado, lo que contribuye a que, desde Andalucía, podamos ayudar a hacer más España.
El techo competencial del Estatuto de Autonomía andaluz es generosamente amplio y nos permite seguir trabajando para que nuestra región exprima al máximo sus oportunidades y aproveche todas sus potencialidades por una Andalucía más fuerte en una España mejor.
Vivimos en un lugar privilegiado por su clima, su geografía, su patrimonio histórico y su calidad de vida. Pero, al mismo tiempo, seguimos con una alta tasa de paro, nuestros jóvenes talentos huyen buscando oportunidades fuera de la península, soportamos uno de los mayores índices de pobreza del país y, además, por nuestra condición de región periférica del sur de España, sufrimos una gran presión migratoria desde el norte de África.
Hemos recibido muchas ayudas para converger con el resto de Europa y hemos mejorado, sí, pero menos de lo que cabría esperar de nuestro amplísimo margen de autogobierno y de las ingentes cantidades de fondos para el desarrollo que ha recibido la Comunidad Autónoma de la Unión Europea.
De todo ello se puede deducir que algo tendremos que haber hecho mal, que algo habrá que cambiar para mejorar. Un reto que, sin duda, hay que abordar desde la colaboración entre administraciones y la lealtad institucional; debemos alejarnos de la confrontación estéril que no contribuye a solucionar los problemas de los ciudadanos.
El camino a seguir debemos recorrerlo todos juntos con el único fin de anteponer los intereses de los andaluces y españoles a las lógicas discrepancias ideológicas que nos pueden separar. La lealtad del gobernante tiene que primar por encima de los criterios partidistas porque, sólo así, Andalucía crecerá y será más próspera.
El diálogo y el consenso deben imponerse en cuestiones tan sensibles para los ciudadanos como la financiación autonómica. En el Gobierno de España somos conscientes de la necesidad de una reforma sobre un modelo que ya rechazamos cuando se aprobó, y ahora tenemos la mano tendida a un acuerdo razonable en base a un consenso previo entre los grandes partidos, lo que requiere de la capacidad para construir y buena voluntad por parte de todos.
Al igual ocurre con el sistema de financiación local, crucial para el funcionamiento de los servicios públicos que prestan los ayuntamientos. La colaboración y la integración deben marcar un proceso de reforma que atienda las necesidades de la complejidad local para favorecer una gestión pública más eficaz que permita aprovechar mejor las economías locales.
La historia y la experiencia nos llevan a una clara reflexión: quien no trabaje a favor del consenso y los acuerdos se equivocará. Máxime en esta difícil legislatura con el desafío catalán en primera línea.
Hay que apostar por un nuevo modelo de relación entre las administraciones que nos lleve a modernizar la política en Andalucía y España a través del diálogo, la cooperación y la lealtad, y a una estabilidad que vendrá de la mano de unos Presupuestos Generales del Estado que permitirán avanzar en todas las cuestiones pendientes y reforzar las políticas de creación de empleo.
El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, ha expresado su intención de tener aprobado los presupuestos generales a finales de junio desde el acuerdo y el entendimiento, pero también desde la responsabilidad, ajustando los gastos al conjunto de los ingresos y desterrando propuestas irreales.
Andalucía siempre ha sido una prioridad para Rajoy pese a los complicados años que se han ido sucediendo. Desde 2012, la Junta de Andalucía y las entidades locales andaluzas han recibido liquidez extra por importe de más de 40.000 millones de euros, lo que ha permitido sostener servicios públicos esenciales, pagar a proveedores y hacer frente a los vencimientos de deuda.
A nivel regional hemos impulsado las grandes infraestructuras vertebradoras como el AVE y la A-7, y hemos apoyado a los principales sectores productivos y de futuro, teniendo en cuenta el peso del sector agrario, el turismo, la industria agroalimentaria y el potencial de nuestros puertos.
Puedo asegurar como delegado del Gobierno que el conjunto del Ejecutivo de Rajoy se está dejando la piel para seguir dando pasos adelante en la recuperación, el crecimiento y el empleo en Andalucía.
El objetivo es que en 2020 haya 20 millones de españoles trabajando y, para ello, nos hemos marcado el objetivo de llegar a los 700.000 nuevos empleos en Andalucía. Además, en nuestra región ya se han superado los 19 millones de ocupados y se han recuperado más de 340.000 destruidos durante la crisis.
Este es el espíritu que nos alienta. Y, en este sentido, todos debemos hacer un esfuerzo para superar las diferencias frente a los grandes objetivos y principios que nos unen bajo el paraguas del Estatuto de Autonomía y de la Constitución.
Estos días he cumplido tres años como representante del Gobierno de España en Andalucía, y tengo muy claro que ejerzo mi labor en ocho realidades distintas y compatibles, con casi 780 municipios con sus singularidades, pero siempre lo hago desde el diálogo con todas las administraciones y con la sociedad civil.
Mi objetivo al frente de la Delegación del Gobierno es que sea una institución útil, activa, cercana, abierta y al servicio del ciudadano con una doble función: ser la voz de los andaluces en los ministerios y hacer que se escuche al Gobierno de España en Andalucía.
Todos debemos trabajar para construir más consensos, más cooperación, haciendo más España desde Andalucía, procurando la acción entre Estado, Comunidades Autónomas y ayuntamientos, porque es lo que funciona y nos conduce al éxito.
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