Manuel Santander Díaz

Medicina y eficacia

Convirtiendo circunstancias adversas en circunstancias favorables:

El Hospital Universitario Puerta del Mar de Cádiz F. Jiménez

Manuel Santander Díaz

En ocasiones, las circunstancias adversas presentan oportunidades que, valga la redundancia, son circunstancias favorables: cambian las perspectivas de la visión con las que se las mira. Nunca he considerado (ni siquiera pensado) que lo de antaño supera a lo hogaño; en román paladino « en ... qual suele el pueblo fablar a su veçino » (Gonzalo de Berceo, siglo XIII): ningún tiempo pasado fue mejor, en todo caso diferente. Los que rondamos edades provectas disfrutamos (pese al Covid 19 y sus previsibles consecuencias) estos tiempos de bienestar social y democracia y desdeñamos los tiempos oscuros carentes de libertad y colmados de miserias. Y viene todo esto a que vivo en España, mi Patria, en Andalucía, en la que cada día descubro buen hacer y solidaridad en mis conciudadanos.

A esto voy: buen hacer.

Mejor dicho, excelencia, bonhomía, amabilidad, eficacia, generosidad y profesionalidad y más calificativos que no encuentro para destacar la cotidianidad de un gran equipo. Esas circunstancias adversas me condujeron a una delicada operación quirúrgica en el Hospital Puerta del Mar de Cádiz , hospital público del Sistema Andaluz de Salud. Pese a mi edad (provecta como dije) nunca pisé un hospital como paciente (afortunadamente) así que entré con un entrañable temor a no salir como vivo de él o al menos no soportar los inconvenientes que conlleva una hospitalización. ¡Vaya ligereza mis apreciaciones! No solo he resistido, sino que me he sentido amparado por muchas personas: mi familia nuclear (Pilar, mis hijos y mis nietos) y extensa y por los profesionales de todo tipo que en el Servicio de Urología del anteriormente citado hospital me han atendido. Insisto, con excelencia, bonhomía, amabilidad, eficacia, generosidad y profesionalidad, a todos ellos gracias, gracias y gracias.

Desde la entrada en atención a paciente hasta la salida el último día, las atentas llamadas del Centro de Salud La Paz y del Dr. Manuel Marchena Consejero, mi médico de familia, con su paciencia, generosa dedicación a los enfermos y profesionalidad. Me gustaría nombrar a todas y todos los que me atendieron, pero no tuve ocasión de conocer sus nombres; si al Dr. Álvaro Flor cuya juventud, acompañada de una excelencia y bonhomía mostrada, preconiza un éxito profesional evidente además de ver pronto como crece su familia, al Dr. Jesús Rosetty que generosa y profesionalmente diagnósticó mis problemas y a los que hicieron posible que el paciente de la cama 2 de la habitación 635 fuese «como el árbol talado, que retoño: porque aún tengo la vida». Mi corazón y mis pensamientos siempre estarán con ellos

Quiero decir, y así lo siento, otra vez, con el poeta Miguel Hernández:

Para la libertad siento más corazones/

que arenas en mi pecho: dan espumas mis venas,/

y entro en los hospitales, y entro en los algodones/

como en las azucenas.

He sentido la necesidad de expresar públicamente mis consideraciones. Debo, y así lo hago, expresar: ¡Viva la sanidad pública! ¡Honor a sus profesionales! ¡Por una financiación justa de la sanidad pública!

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