Manuel Sampalo
'2x'
Podría escribir una columna a favor y otra en contra sobre la flamante posibilidad de acelerar los audios de Whatsapp
Como hacía Paco Umbral, podría escribir una columna a favor y otra en contra sobre la flamante posibilidad de acelerar los audios de Whatsapp. Argumentos tengo en ambos sentidos. Y aunque pueda parecerlo, no es un tema menor, ya que la nueva herramienta o posibilidad ... es síntoma clarísimo de la instantaneidad de nuestra sociedad. Vivimos con prisas sin saber si quiera a dónde vamos.
Por un lado, y como gran defensor de los acentos, he comprobado no sin pesar que al duplicar la velocidad de reproducción se pierden los matices del deje: de esta manera, un berciano y uno de Torredelcampo (Jaén) tienen el mismo tono de Pitufina con traqueotomía y sobredosis de meta. Ya la Unión Europea abolió nuestras matrículas, con el juego que daban por las carreteras patrias, y ahora Zuckerberg o quien sea que esté detrás de Whatsapp pretende la asepsia acentual.
Hay grabaciones que, por mucho que duren 7 minutos, da gusto escucharlas y paladearlas. Tengo almacenadas imitaciones de Picalagartos, con su audio guasa, que ensombrecerían al mismísimo comandante Lara. Otras en las que uno se recrea en su prosodia, como el fermoso castellano en formol de Guillermo Garabito, que graba pausadamente desde La Mudarra dejando los silencios pertinentes y acompañándose de una orquesta de pajarillos mesetarios. Ante esto uno se siente como en la lectura de un poema de Jiménez Lozano.
O el toreo hablado de mi tío Acisclo, que es profesor, senequista e hijo de Fernán Núñez (Córdoba), que te cita a Luis de Góngora de memoria agarrado a una copa de Montilla-Moriles. El único X2 que yo le pondría a esta buena gente sería un BMW cupé en la puerta de sus respectivas casas.
En definitiva, como todo invento neoliberal, el ‘2x’carga contra el romanticismo y entroniza el pragmatismo. Lo cual no quiere decir que no tenga su parte positiva. Imaginen ustedes, queridos lectores, que son amigos personales del vicepresidente de la Junta, Juan Marín, por ejemplo, y este cada vez que va conduciendo de Sevilla a Sanlúcar y vuelta, se desahoga contándoles vía audio de Whatsapp como ha ido el último consejo de Gobierno o cómo de bueno le salió el arroz caldoso con langostinos el domingo. Usted ahí, no se engañe, pide más equis. «¡Quiero más: x3, x14!»
Y vuelvo a los acentos, en este caso no al tono sino al ritmo. A un canario le duplicas la velocidad de su mensaje y recuperas la hora que pierden las islas respecto al resto de España. Para para un gaditano castizo, que en un segundo es capaz de comprimirte un «¡quillo, qué pasa, pisha, cómo está, cohone!» cabría valorar la opción de incorporar un reproductor al 0.5 de velocidad para empezar a entender algo.
Pese al carácter opcional de esta nueva función whatsapera, su utilidad invita a pensar que ha llegado para quedarse y para dejar obsoleta la reproducción normal de los audios. Muy pronto, reproducir las grabaciones de voz a su velocidad original, será considerado un acto más de romanticismo como conducir un diésel, cambiar las marchas manualmente, comprar el periódico en papel, pegarse un pistoletazo por mal de amores, planchar a las 7 de la tarde o fumarse un cigarrillo en la calle.
Pese a encontrar pros y contras, de ser esto una quiniela, en el 1x2 apostaría por el de casa. Prefiero las cosas a su ritmo, el caballo sobre la mar y el barco en la montaña. Creo que me he liado: las prisas. Aunque sí agradecería, si fuera posible, que se exportase este acelerador para la lectura de ciertos artículos de opinión que tienen el mismo ritmo que Hazard en pretemporada, la gracia de Rafael Simancas y la prosa de un celador interino.