Manuel López Sampalo
Un socialista como Dios manda
Se sentía traicionado, asqueado, decepcionado y, sobre todo, triste, profundamente triste
Carlos Cano
Bebió un chupito de antiemético para contener el vómito y se fue a la cama. Se sentía traicionado, asqueado, decepcionado y, sobre todo, triste, profundamente triste. Apenas le echó cuentas a la voz de Joserra que brotaba del transistor. Durmió fatal entre pesadillas y recuerdos ... enterrados: «¡Con Bildu no!» se repetía entre sudores, «¡Con Bildu no!» A los maitines del muecín Herrera ya llevaba un rato en planta; ni siquiera una segunda copilla de anís seco «Machaco de Rute» le calmó el pulso; por el contrario, los temblores fueron a más y se sintió mareado. Un rejonazo en el pecho fue el aviso definitivo de que lo más sensato era tomar un taxi hasta el Virgen Macarena: entró en Urgencias por su pie y salió a los cuatro días con su tercer baipás coronario.
Mi tío José, hijo de Alcaudete, se sintió socialista con apenas 15 años, cuando acudió a un recital de cantautores en el pabellón municipal del pueblo: Jarcha, Carlos Cano, Paco Ibáñez… Aquello fue una epifanía y, desde entonces, vareaba los olivos canturreando ‘Andaluces de Jaén’. Con los ahorrillos de la familia «más una herencia de la tía-abuela Rufina» y las últimas becas del franquismo, se fue a estudiar Leyes a Sevilla. En la vieja Facultad de Derecho de la US trabó amistad con los González, Guerras y compañía «aunque con el ‘bueno de Manolo’ nunca se llevó bien»: quienes le convencen para afiliarse al PSOE, años más tarde, cuando Suresnes. Pronto tuvo cargo en el partido, aunque su papel siempre fue el del factótum que se faja en la sombra; nada más gráfico para definir su rol: él fue quien hizo la famosa foto del ‘Clan de la Tortilla’ en La Puebla.
En 1980 mi tío José hizo campaña junto a Rafael Escuredo «a la sazón Presidente de la Junta de Andalucía» por el ‘sí’ en el referendo autonómico. Estuvo escribiéndole los discursos a su compadre estepeño hasta que este fue reemplazado en el ‘Quirinale’ de San Telmo por Pepote Rodríguez de la tal. Entonces, ‘El Bellotari’ Ibarra se lo llevó a Mérida como asesor áulico. Allí, ‘mi Pepe’ «como le decía el Presidente extremeño» hizo carrera como fontanero de partido y gran intrigante palaciego. El destino quiso que por unos añitos no llegara a coincidir en el Parlamento de Extremadura con el gran maquiavelista de la España de hoy, Iván Redondo: por entonces mano derecha del aspirante popular a la Junta emeritense, José Antonio Monago. Y menos mal, porque se hubiera formado el ‘House of Cards’ de Puerto Hurraco.
Tan sincronizado estaba con Ibarra que a los dos les pegó el primer jamacuco la misma semana de noviembre de 2005. Entonces, mi tío José se retiró a un adosado que tenía en Barbate de Franco (sic). Se jubiló de la política hasta que un segundo arrechucho provocado por un voto de confianza que dio al sanchismo, le hizo reaccionar y convocar a la vieja guardia socialista «Corcuera, Leguina, Terreros, Paco Vázquez, Guerra, Sotillos…» en un reservado en Zalacaín. Hubo más reuniones de los custodios de las esencias del PSOE, siempre organizadas por mi tío, para conspirar contra el ‘petimetre’ y ‘traidor a la patria’ de Sánchez. La cosa solía acabar en el palco del Bernabéu o en la carretera de La Coruña.
El caso es que nuestro protagonista, al volver a casa tras el tercer sustillo cardíaco, tomó su carné de socialista y lo hizo trizas, cuarentaitantos años después. Desde entonces, me cuenta, duerme a pierna suelta.
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