Manuel López Sampalo

San Juan de Vox y la minifalda de Kichi

En fin, Cádiz, si no lo es ya, va en camino de parecerse a Rentería o Alsasua

Manuel López Sampalo

El pasado martes estaba sentado en la terraza del Mcdonal’s de San Juan de Dios cuando pasó una chica de esas que de repente te ponen el mundo bocabajo. Tendría apenas veinte años, era morena, casi mulata y vestía un top amarillo con una ... minifalda vaquera que acaso dejaba al descubierto sus brillantes y macizos muslos. Se contoneaba con más arte que un muletazo del Paula mientras avanzaba en dirección a la puerta del Ayuntamiento. La gracia hipnótica con la que paseaba hacía difícil despegar la mirada de su camino. Algún veterano castizo que se cruzó le soltó algún piropillo con ‘age’.

Una magia grácil que se rompió en el momento en que tres energúmenos salieron de la iglesia homónima a la plaza y la tomaron con ella al grito de «guarra», «calentona», «cacho puta» y demás barbaridades trogloditas. Un par de ellos incluso se acercaron para agredirla, pero la providente acción de un policía local que andaba por la zona y se interpuso evitó cualquier contacto físico. Mas me llamó la atención sobremanera el cuajo de la joven musa, quien en vez de arredrarse ante la caterva de acosadores, les plantó cara con actitud, nobleza y mirada de águila imperial. Yo entonces, ya, quedé definitivamente prendado.

Si lamentable y condenable fue la actitud de esa terna de supuestos religiosos, más bochornosa y vomitiva fue la de la concejala de ¿Cultura? del Ayuntamiento, que en Twitter escribió lo siguiente cargando las culpas sobre la pobre muchacha: «Ser una fresca no es una opción. Ser una puta no es una opción. Ser una guarra no es una opción». Pero para más inri, el mismísimo Alcalde en una rueda de prensa vino a decir que esta chica se estaba victimizando y que ante ese tipo de provocación ‒sustantivo que repitió 3 veces en escasos 2 minutos‒ solo cabe la violencia de esas tres alimañas que el calificó como “ciudadanos de bien”. Como ven, ambos representantes municipales tienen las luces justas para no hacérselo encima y no firmar con una X; poco más.

Valga esta mudanza de los hechos reales o ficcionalización hiperbólica para dar a entender la canallada que Kichi y su concejala han dado por respuesta a los penosos incidentes del día 27 en la plaza del Ayuntamiento. El alcalde, sacando su vena más odiosa, condena la dizque violencia de VOX y justifica, con el manido discurso de la minifalda, a esa escoria (vayan a la RAE) que fue a reventar el acto del partido de derechas. (Es cierto que en los dos minutos de vídeo que han colgada utiliza hasta 3 veces el verbo ‘provocar’).

Claro que te puede no gustar el discurso populista y patriotero de Olona y los suyos; es más, es lo más razonable. ¿¡Pero esto cómo carajo va a justificar que Kichi azuce a su patota de brigadillas para que silencien con los puños las palabras de un grupo político que no deja de ser democrático y constitucional!?

Una panda de bonobos autodenominados ‘antifas’, ya digo, que son los perros de presa de este gobierno local que los utiliza cuando algo no les gusta: acuérdense la que montaron la noche de las últimas elecciones andaluzas con la ‘alerta antifascista’ o más recientemente tras una manifestación de Horeca (que le pregunten al chef Leon Griffioen). Sin ir más lejos, al menda, cuando debutó en esta casa cargando contra ‘El Nomenklator Kichi’ le acosaron y amenazaron por las redes en comandita estos mismos cobardes indeseables.

En fin, Cádiz, si no lo es ya, va en camino de parecerse a Rentería o Alsasua, donde la violencia, la intolerancia y la mayor estupidez se enseñorean por sus calles gracias a esos grupos que monopolizan la violencia del país hoy en día: los comunistas. Ojalá llegase hasta aquí el tifón Enmanuel Reyes Pla, que escapó de la miseria cubana para encontrar su patria en España, dispuesto a “arrancar cabezas”.

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